En este contexto, es crucial explorar medidas que ayuden no solo a que las personas salgan de la pobreza, sino que también sean útiles para mantenerlas en un estado en el que no puedan regresar a ella y que, en el mediano y largo plazo, se den las condiciones para que el país se desarrolle.
Identificar el problema es parte de la solución y, afortunadamente, contamos con la ayuda del CONEVAL para saber a qué nos enfrentamos. Primero, hay que mencionar que la pobreza no es únicamente un aspecto económico o que pueda medirse meramente por ingresos, se trata también de un tema social, de derechos. Para el CONEVAL, la pobreza es multidimensional porque considera que las personas pueden presentar ciertas carencias , seis para ser exactos, además del bienestar económico (ingresos).
Entonces, no nos dejemos engañar cuando escuchamos que se han destinado más recursos a programas sociales, si esos recursos se otorgaron a costa de los derechos sociales de la población, porque de qué le sirve a una familia recibir un apoyo monetario si ahora tiene que comprar las medicinas que necesita por su cuenta porque el sistema de salud no cuenta con presupuesto.
Lamentablemente, dentro del grupo de personas que viven en condiciones de pobreza los hay más y los hay menos, y quienes la padecen más que nadie son las personas en situación de pobreza extrema, es decir, aquellos hogares que subsisten con ingresos por debajo de la Línea de Pobreza Extrema por Ingresos (LPEI) y que acumulan más de tres carencias sociales. Cuesta trabajo imaginar que una familia pueda vivir en condiciones mínimas deseables con tan poco, pero esta era la realidad de más de 10 millones de mexicanos (datos 2020).
Identificar el problema es parte de la solución, pero ¿qué podemos hacer al respecto? En este blog exploramos algunas propuestas. En el corto plazo es fundamental que el gobierno pueda garantizar a las personas un mínimo de bienestar que los ayude valerse por sí mismos; que en el mediano plazo, medidas más robustas puedan servir para mantener el barco a flote; y ya en el largo plazo, esperaríamos que estas políticas se reflejen en un mayor crecimiento económico y en menores índices de desigualdad.
Primero habría que atender las necesidades más inmediatas de la población mediante programas sociales de alimentación y salud, porque una persona que no se alimenta no puede trabajar, y si no puede trabajar tampoco puede pagar sus alimentos, ¿cierto? Las transferencias monetarias o programas sociales focalizados pueden ayudarnos a reducir la desigualdad, pero es necesario saber a quién ofrecérselas, si estarían sujetas a que se cumplan ciertas condiciones y por cuánto tiempo.
Si entregáramos apoyos de manera discrecional, no existirían incentivos para que este dinero sea utilizado en factores que aumenten la productividad o que mejoren las habilidades de los beneficiarios.
Cuando las personas puedan trabajar, sería momento de dar el siguiente paso: crear condiciones para que puedan incorporarse al mundo laboral, especialmente al formal, pues el trabajo es la fuente de la riqueza de un país, y mientras más favorables sean las condiciones para llevarlo a cabo, esperaríamos que los hogares puedan recibir mayores ingresos. En este sentido, podrían llevarse a cabo cuatro acciones concretas para dar continuidad a nuestro plan de erradicar la pobreza extrema.