Aunque la propuesta ya se encuentra en el Congreso, todavía hay un camino largo por seguir antes de llegar a una reforma de ley. Mientras tanto, valdría la pena analizar las posibilidades dentro de las empresas para comenzar a realizar cambios importantes que impacten no sólo en la productividad, sino en el beneficio de las personas trabajadoras.
Por un lado, se trata de aplicar los aprendizajes que la pandemia nos dejó: las direcciones generales se dieron cuenta de que en algunos tipos de empresas los horarios fijos no son indispensables, que se pueden flexibilizar o que el trabajo enfocado en resultados puede conducir a una mayor productividad.
Por otra parte, no hay que dejar de lado que estas iniciativas surgieron de la experimentación de las compañías antes de convertirse en políticas públicas. En Japón, en 2019, Microsoft ofreció a sus empleados la posibilidad de laborar cuatro días semanales durante un mes, con su sueldo intacto. Los resultados: un incremento de 40% en sus ventas y una reducción considerable en consumo eléctrico y de papel. Otros ejemplos son Perpetual Guardian en Nueva Zelanda, Delson en España y Signifyd en Estados Unidos.
Posibles soluciones
Actualmente, las empresas en México son más conscientes de la calidad de vida de la clase trabajadora y apuestan por modificar sus políticas mediante esquemas como el home office y modelos híbridos para retener el talento. A mi parecer, mantener una jornada de ocho horas diarias en cuatro días daría mejores resultados que la jornada propuesta. Hay que pensar que México tiene una particularidad que en otros países que han implementado este cambio exitosamente se vive de manera distinta: los tiempos de traslado son muy largos.
Por ello, pienso que tendría mejores resultados evitar un día completo de traslados, eliminando los retos y contingencias que se presentan en consecuencia. Esto también ayudaría a tener un fin de semana de tres días, lo que promueve el consumo, reactiva la economía local e incrementa el PIB.
¿Qué se puede hacer desde las empresas?
Las compañías tienen la oportunidad de tomar este reto y, con las herramientas adecuadas, tener experiencias exitosas que promuevan no solo la productividad del personal, sino también buscando su bienestar, que derivará en un beneficio social. A continuación, cuatro claves para lograrlo:
1. La dirección debe liderar el cambio. Es imprescindible que las personas al frente de la empresa entiendan los roles y el alcance de las áreas y los puestos que tendrán cambios. De esta forma, podrán reorganizar actividades para optimizar el tiempo de trabajo.
2. Priorizar, priorizar, priorizar. Si todo urge, nada es realmente urgente. Darle un orden a las actividades de acuerdo con su nivel de importancia o urgencia puede hacer toda la diferencia en el trabajo del día a día. Una buena comunicación entre áreas y líderes permite claridad en las actividades y hace de la priorización una tarea más sencilla.