Las grandes oportunidades no siempre llegan como el camino o la opción fácil, la que se toma sin miramientos, muchas veces ese ángel salvador llega disfrazado de demonio, lo difícil es encontrarlo.
¿Una oportunidad de oro?
Frente a estos escenarios altamente complejos se habla constantemente de que la inflación puede ser una oportunidad de oro para las empresas. Les ayuda a perfilar estrategias, probar su capacidad de resiliencia y poner en marcha sus planes anti riesgos. Al final del día, la palabra japonesa para “crisis” significa al mismo tiempo “peligro” y “oportunidad”; como tal, todo dependerá del enfoque que se le dé a una situación tan problemática como la de presiones inflacionarias altas.
Y lo que para algunos es una oportunidad de oro, para otras empresas bien puede ser la estocada final. Sobre todo para las pequeñas y medianas empresas (pymes) mexicanas que no tienen la misma capacidad de respuesta a una crisis. Vaya, ni siquiera tienen acceso a los mismos instrumentos financieros que las compañías de mayor tamaño para mantener vivos sus inventarios y gestionarlos frente a una baja de ventas y un estancamiento de mediano plazo.
No todos están en el mismo barco
Muy al principio de la pandemia se decía con frecuencia que “todos estamos en el mismo barco” frente a la emergencia sanitaria. La metáfora estaba muy incompleta. Más bien, todos estábamos en la misma tormenta, pero algunos la navegaron con buques de guerra y otros más con botes pesqueros. Las oportunidades, es decir, no se presentan igual para todos, mucho menos para quienes apenas pueden sobrevivir.
Las pymes enfrentan un escenario sumamente complejo gracias a la inflación, pero que además se encadena a dos años de pandemia, de los que muchas empresas apenas salieron avante con grandes esfuerzos. De acuerdo a información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en México aproximadamente 30% de las compañías cerraron sus cortinas para siempre en los primeros meses de la pandemia. La mayoría de ellas, por supuesto, eran pymes.
Margen de maniobra limitado
Durante el COVID-19, las pymes sobrevivieron con márgenes de maniobra limitados. Se digitalizaron a cuentagotas y como pudieron. La gran mayoría no puede hacer mucho más en un 2022 que se vuelve cada vez más difícil para los emprendedores. La temporada más alta de ventas está a la vuelta de la esquina—como el Buen Fin y los festejos navideños—, pero una buena proporción de las empresas que apenas sobreviven quizá no llegue a ella.