El nuevo plan ante la elevada inflación establece 10 acciones puntuales entre las cuales está contener el precio de combustibles, congelar el costo de las autopistas, eliminar aranceles en la importación de alimentos y potencializar la producción local de insumos que forman parte de la canasta básica, garantizando su abasto.
Sin embargo, hay un punto en particular que se debe alertar para evitar una crisis donde lo barato, eventualmente pudiera resultar más caro para el país, pero sobre todo para esa ciudadanía que se busca beneficiar con estas medidas y que se refiere a permitir la importación de alimentos sin supervisión sanitaria de ningún tipo, suspendiendo la verificación de toda regulación que se considere que podría encarecer la internación de alimentos y su movilidad dentro del país.
Al presentar la propuesta, el Secretario de Hacienda sostuvo que “basado en la confianza que el Gobierno Federal otorga a las empresas firmantes, les dará una Licencia Única Universal para que lleven a cabo la distribución e importación de alimentos o insumos que las exime de todo trámite o permisos como el del Servicio Nacional de Sanidad Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) y de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris)”.
Esto es, el gobierno federal está cediendo su responsabilidad y dejando que las proveedoras de alimentos en un acto de buena fe, sean juez y parte para calificar la calidad de los alimentos que importen al amparo del referido acuerdo: “Con estas licencias las empresas se comprometen a llevar a cabo la verificación necesaria que asegure que los alimentos que se importen y distribuyen sean de calidad y se encuentren libres de contingencias tanto sanitarias como de cualquier otra índole”.
Es decir, si algo saliera mal en este rubro, quienes pagarían el costo de dar un cheque en blanco en materia de calidad de alimentos importados sensibles como pollo, carne de res y de puerco, atún o huevo serían las y los ciudadanos y, particularmente, aquellos de menores recursos y con menos opciones de elegir entre los productos más baratos, pero sin verificación sanitaria, de los productos de mayor costo que se mantuvieron sujetos a regulación.
A través de las décadas la identificación de enfermedades en la industria de alimentos en el mundo ha sido una realidad, lo cual explica la creación de órganos nacionales reguladores responsables de advertir y prevenir riesgos sanitarios.
Recordemos la gripe aviar, una enfermedad que se transmitía entre aves y que saltó a los humanos, o el caso del mal de las vacas locas en donde se descubrió que la encefalopatía espongiforme bovina podía transmitirse a las personas produciendo una enfermedad mortal y una patología neurodegenerativa de graves consecuencias.
En 2008 la Agencia de Control Alimentario británico retiro de los supermercados carne de cerdo por una alerta de contaminación procedente de Irlanda que podría afectar a una veintena de países, advirtiendo a los consumidores los riesgos de consumir carne de puerco importada donde se habrían hallado dioxinas tóxicas para la salud.