El nearshoring no es un concepto nuevo que haya nacido durante esta contingencia para tratar de potencializar la productividad de las empresas; la urgencia de diversificar el mercado se venía abordando desde hace más de una década, mucho antes de que la otra crisis, la de tipo sanitaria, nos obligara a modificar los hábitos de consumo.
Pero con las negociaciones del T-MEC sobre la mesa, el nearshoring se ha apuntalado como una estrategia viable para optimizar las cadenas de suministro, sobre todo por la posición estratégica que tiene México, dada su cercanía con Estados Unidos y su geolocalización como puerta de entrada a Latinoamérica.
Estamos siendo testigos de la importancia de reforzar los mercados regionales. No es lo mismo ensamblar un producto con todas las piezas a nuestra disposición, que esperar la llegada de uno o dos elementos provenientes de otro continente, donde la pandemia u otros factores pueden interrumpir o retrasar los procesos y dejarnos con escasez de materiales.
De eso se trata el nearshoring, aprovechar los recursos energéticos y tecnológicos de la región para potencializar la productividad de las empresas sin la necesidad de estar condicionados. No significa que vamos a sustituir el mercado que ya existe, porque nos seguirán llegando productos de otros continentes, sino de ofrecer oportunidades para que las empresas se reubiquen en zonas estratégicas para producir los contenidos altamente demandados.
Reducción de desigualdades
La pregunta es, ¿cómo impacta esta situación en las pymes del país?, ¿el nearshoring representa una competencia desleal para las empresas mexicanas o una oportunidad de crecimiento?
Aunque el panorama parece prometedor, es imprescindible reducir la brecha de desigualdad que existe en México, pues cambian drásticamente según la ubicación. Por ejemplo, el norte cuenta con oportunidades diferentes para los emprendedores que para los que radican en el sur del país, así como son diferentes las condiciones de una compañía ubicada en una zona urbana o una rural.
El nearshoring puede favorecer a pymes ubicadas en Nuevo Léon o el Bajío; sin embargo, puede resultar complejo en entidades con poco o nulo desarrollo.
Recientemente, Hacienda y el Banco Interamericano de Desarrollo (BIC) anunciaron diversos estímulos financieros por hasta 2,800 millones de dólares para impulsar el corredor Interoceánico del Itsmo de Tehuantepec; sin embargo, para impulsar el nearshoring el gran reto consiste en mejorar las comunicaciones y tecnologías de esta zona a fin de que se convierta en un gran atractivo para los empresarios.
Las distancias entre México, Canadá y Estados Unidos son relativamente cercanas para el comercio; propicias para reforzar la cadena de proveeduría, principalmente hacia la costa Este de la Unión Americana, desde donde se lidera el comercio mundial.
Para que en la zona sur del país las pymes enfocadas principalmente al sector agropecuario o manufacturero se beneficien del nearshoring, es necesario ampliar el suministro de energía en la zona y consolidar la infraestructura digital, clave para el éxito de las operaciones de este tipo.
Nuevos horizontes
Es un buen momento para que América del Norte refuerce sus cadenas de producción regionales por tres motivos:
El primero está directamente relacionado con la ubicación geográfica. México, Estados Unidos y Canadá comparten más de 3,000 kilómetros de frontera y zonas horarias muy similares.
El segundo elemento es la expansión del mercado. Según el Banco Mundial, el reforzamiento del mercado regional generaría ganancias adicionales por más de 35 mil millones de dólares en exportaciones, equivalentes a 2.6% del Producto Interno Bruto (PIB).