Lo que nos lleva a México, donde la política – y todo lo demás – gira exclusivamente en torno a lo que hace o dice Andrés Manuel López Obrador.
Me parece que el problema de la oposición no es solo la ausencia de figuras, es la falta de propuestas. Cierto, es difícil permanecer impávido ante los soliloquios mañaneros o ante despropósitos mayores, como la iniciativa de reforma a la guardia nacional. No obstante, los partidos no se ganan jugando solo a la defensiva. Para arrebatar la narrativa al hombre de palacio, es necesario comenzar a imaginarnos alternativas de país.
Por ejemplo, México podría aprovechar esta coyuntura y lanzar su propio IRA. En lo que los políticos piensan en un mejor nombre, llamémosla “Iniciativa para Retomar lo Andado” y concentrémonos en lo propositivo.
Primero, en el frente de cambio climático, el IRA asigna 369 miles de millones de dólares a promover la transición energética entre empresas y hogares. Muchos de los dólares que gastará el gobierno incentivan inversión por muchos dólares más por el sector privado, al grado que, para 2030, Estados Unidos podría reducir la emisión de gases de efecto invernadero en cuarenta por ciento con respecto a los niveles de 2005.
Del lado mexicano, en lugar de poner en riesgo el T-MEC por un concepto de soberanía mal entendido, deberíamos revisar y adaptar nuestra matriz energética para sacar pleno provecho de los sectores que se benefician con el IRA y aprovechar efectos derrama. Los incentivos que el programa ofrece a la compra de vehículos eléctricos por ejemplo son consistentes con las reglas de origen regional.
Pero ¿qué ocurre si los segmentos de la cadena ubicados en México usan electricidad generada a base de combustóleo? Si no nos ponemos las pilas, ocurrirá una divergencia energética que nos hará cada vez menos competitivos.
En el frente de servicios de salud, nuestros vecinos gastan demasiado; el crecimiento del gasto en consumo privado de los últimos 20 años se explica prácticamente por este rubro. El IRA permite al gobierno negociar el precio de ciertas medicinas, lo que finalmente acota el poder de mercado de la industria farmacéutica. No obstante, el sector salud va a demandar en los próximos años un enorme número de trabajadores y México puede ofrecer ese personal.
En el dialogo bilateral, debemos dejar de discutir sobre migración y hablar sobre integración de mercados de trabajo. Suena ambicioso porque lo es, pero entre más pronto empecemos, mejor.