La personalización ha pasado de ser una tendencia a ser una necesidad, y ya vemos que no tendría el mismo impacto un paquete de recompensas estándar para todas las empresas sin analizar al interior de ellas la composición familiar, estilo de vida y forma de consumir de diferentes grupos, que puedan ayudar a definir paquetes de beneficios que hagan más sentido para los colaboradores y los haga sentir mejor valorados.
Una manera de lograrlo es a través del big data, ese gran volumen de información que las organizaciones podemos analizar de manera estratégica. La data puede aprovecharse desde muchas aristas. El empleador podría hacer uso de la data para identificar el objetivo interno que busca la compañía y la relación con la recompensa que estaría dispuesta a entregar a los empleados por su esfuerzo para cumplirlo.
Una vez que el incentivo se define con relación a un objetivo específico, la data puede ayudar a entender mejor al perfil de colaborador que se está compensando, de tal manera que pueda ofrecerse recompensas por cambios o evolución en su desempeño.
La magia de la data radica en su relevancia, en lograr un profundo nivel de personalización y generar como resultado un enganche mucho mayor de los empleados.
En este sentido es importante construir modelos basados en data transaccional (referente al comportamiento de compra y transacciones) y demográfica (edad y género, entre otros), transitando de modelos analíticos (descriptivos) a modelos prescriptivos o predictivos que incluyan inteligencia artificial para que se actualicen y ajusten con las preferencias y cambios de los usuarios.
La iniciativa de desarrollar estrategias como esquemas de compensación o cualquier otra estrategia de negocio basada en data, debe partir de la alta dirección incentivando una “cultura de datos” interna enfocada a la gestión de la información de acuerdo con los estándares establecidos en cada organización.
Obviamente, hay que adquirir o desarrollar herramientas de analítica y capacitar al equipo para transformar datos sueltos en información de valor para la toma de decisiones estratégicas a nivel directivo. El objetivo último -y el que puede tomar más tiempo- es el de construir una cultura interna que involucre a toda la compañía, pasando de tomar decisiones basadas en la intuición a decisiones basadas en datos.