Esto implica que el mercado se ha complejizado y las opciones disponibles para los usuarios finales son muchísimas. En ese contexto hay una palabra clave que toda fintech que pretenda sobrevivir en el largo plazo debe interiorizar y poner al centro de su misión, visión y objetivos: diferenciación. En la palestra de una industria vibrante, la única forma para consolidar clientela es a través de una especialización constante y, sobre todo, que sea absolutamente palpable por los usuarios.
Colaborar para crecer
Pero lo anterior presenta una paradoja sugerente. ¿Cómo se puede mantener un alto nivel de competencia al mismo tiempo que se empuja por un crecimiento de la industria en su conjunto? Y así como la diferenciación es clave, se vuelve fundamental también que haya un interés claro por colaborar. Precisamente, los modelos financieros más novedosos e innovadores propugnan por una competencia a través de la colaboración; por ejemplo, la banca abierta.
La banca abierta busca que la información de la industria financiera sea distribuida y compartida. ¿El propósito? Que mediante la implementación de tecnología de punta se creen arquitecturas digitales que permitan un flujo de información que privilegie la alta competencia, a partir de principios de transparencia y uso simétrico de datos en todo el sector. En ese sentido, puede apoyar a las fintech a propulsar sus potencialidades y sus procesos de crecimiento, con infraestructura al mismo tiempo compartida y empleada de manera diferenciadora.
De cara a un año complejo
No es sorpresa para nadie decir que 2022 ha sido un año económicamente complejo. Los niveles de presión inflacionaria han alcanzado máximos que no se veían en esta región del planeta desde los años 80. Y las consecuencias que esa inflación ha traído consigo hacen vislumbrar una recesión que bien puede ser que permanezca en México, Estados Unidos y parte de América Latina hasta bien entrado 2023.