Y es que a pesar de la evolución que en las últimas décadas ha tenido la responsabilidad social, lamentablemente para muchos aún sigue siendo un tema accesorio, que está bien visto, y que contribuye a la reputación corporativa pero que no termina de transformar masivamente los modelos de negocio del sector privado (a pesar de los grandes avances logrados en algunos casos); y frente a esto, los modelos de ESG tienen la ventaja de articular los temas ambientales, sociales y de gobernanza con la perspectiva financiera del negocio, para cuantificarlo e incidir en las evaluaciones y calificaciones que se hacen de la empresa.
Podemos verlo también en los nuevos enfoques para realizar los estudios de materialidad de las empresas, en donde ya no solo se contempla el enfoque de la sustentabilidad, sino también el financiero, al hablar de una doble materialidad, la cual permite identificar los temas económicos, sociales y ambientales más relevantes o significativos para la empresa por sus impactos en estas áreas. También los riesgos que dichos temas presentan para la viabilidad y continuidad financiera del negocio a corto, mediano y largo plazo.
Lo anterior permite tener una fotografía y, en consecuencia, una evaluación más completa e integral del desempeño de la empresa y de su perspectiva futura. Resulta indispensable poder contar con información, datos y evidencias en materia de ESG a partir de los procesos de transparencia y rendición de cuentas que muchas empresas, en especial las grandes, llevan a cabo a través de la publicación de informes de sostenibilidad o documentos equivalentes, así como la participación en rankings, auditorías, reconocimientos e índices en esta materia.
A pesar de que el camino aún es largo, a nivel internacional hay esfuerzos interesantes para empezar a regular esta presentación de información bajo ciertos lineamientos, estándares, normativas e iniciativas que buscan homologar la práctica o establecer criterios y/o requisitos mínimos en materia de ESG, alineados a los principales marcos de referencia en materia de sostenibilidad, que ya se venían utilizando desde la perspectiva de la responsabilidad social.