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El problema de los ejecutivos

No hay que olvidarlo: no hay recetas simples, ni fáciles. Conocernos y progresar son actos que implican análisis, decisión y coraje, apunta Nicolás José Isola.
vie 21 abril 2023 06:03 AM
El problema de los ejecutivos
Diagnosticar qué nos pasa, desde hace cuánto tiempo lo padecemos, ante qué personas sentimos eso y en qué momentos sentimos esa angustia o tristeza o falta de confort se torna crucial para un trabajo interior, apunta Nicolás José Isola.

(Expansión) - Catalina, una sabia investigadora académica, solía decirnos a sus alumnos en la universidad: “para saber lo que uno va a investigar, es necesario saber qué es aquello que uno no va a investigar. Descartar y desechar problemas es parte del asunto”.

Saber qué es lo que no nos atañe es central en muchas esferas de la vida y la ejecutiva no es una excepción. Como Coach Ejecutivo trabajo con problemas que CEOs y directores confían a mis manos. Allí, como un cirujano, mi labor radica en diseccionar ese supuesto problema que suele venir ya rotulado y ver de qué se trata: qué componentes tiene, de qué está hecho ese ser vivo, cómo se comporta. Sí, porque un problema no es un ser estático, es un animal que muta, se transforma y, generalmente, se complejiza con el tiempo.

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En esa tarea de disección, no dejo de valorar a Catalina y mis años de investigación doctoral como parte de ese entrenamiento diario para revisar, incansable, las partes de un problema social.

Muchos coaches se dedican a dar recetas sobre cómo hay que vivir. Sus sexytips hacen que parezca que la vida es sencilla, poco compleja. Subestiman a la audiencia que, huérfana, clama por gurús de moda.

Hay que mirar el laberinto de un problema con atención para ver sus recovecos y sus posibles salidas. Y aquí está el punto: muchas veces las ejecutivas y ejecutivos traen un problema rotulado que no es su problema real. Un problema tiene aristas y dependiendo de muchas cuestiones (emocionales, profesionales, de relacionamiento, etc.) uno se entretiene con alguna de esas aristas en lugar de mirar a la cara al verdadero núcleo del problema.

Si uno sólo soluciona las aristas distractivas no termina de erradicar la raíz del problema y allí brota la frustración. Si mi lente enfoca mal al árbol, la foto del bosque no quedará ni nítida ni bella. Para el fotógrafo, enfocar es clave, incluso más importante que el paisaje en sí. Por eso la foto de una simple hoja verde puede ser majestuosa si la luz y el color logran su cometido.

En estos tiempos de acelere constante, de fuga hacia adelante, de superficialidad e inmediatez, la detención en el problema y su análisis han perdido relevancia. Eso va en detrimento de cualquier tipo de resolución. En medio de la premura y de la escasez de tiempo, damos soluciones mediocres a problemas periféricos. Todo mal.

Y estoy hablando de problemas densos como el sentido que le quiero dar a mi carrera profesional o sobre cómo maridar mi vida personal con mi trabajo. Problemas que yacen en el corazón del ser humano, pero que son resueltos casi al pasar, sin detenernos en cómo eso modifica muchas otras cuestiones.

Entonces, es útil preguntarse: “¿este problema es mi problema central? ¿Qué otras aristas puede tener? ¿Qué otros conflictos puede generar(me) a futuro?”.

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Debemos separar los problemas que anidan adentro del problema. Porque nuestro dolor puede ser en la espalda, pero una cosa es que se deba a una mala postura al usar el portátil y otra, muy distinta, es que tengamos una escoliosis severa desde la niñez, con nervios inflamados que se inervan en la parte baja de nuestro cráneo. El tratamiento será diferente para ambos casos.

Diagnosticar qué nos pasa, desde hace cuánto tiempo lo padecemos, ante qué personas sentimos eso y en qué momentos sentimos esa angustia o tristeza o falta de confort se torna crucial para un trabajo interior.

No hay que olvidarlo: no hay recetas simples, ni fáciles. Conocernos y progresar son actos que implican análisis, decisión y coraje. Los árboles centenarios lo saben, para crecer se precisa la luz del sol, agua y buenas raíces.

Nota del editor: Nicolás José Isola es filósofo, master en educación y PhD. Ha sido consultor de la Unesco, actualmente vive en Barcelona y es Coach Ejecutivo, Consultor en Desarrollo Humano y Especialista en Storytelling. Escríbele a nicolasjoseisola@gmail.com y síguelo en Twitter y/o LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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