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China y Estados Unidos, ¿enemigos irreconciliables o aliados incómodos?

Es sensato entender que la intrincada relación chino-estadounidense tiene muchos matices por una fuerte interdependencia, por más esfuerzos que hacen ambos países para reducir sus vulnerabilidades.
mié 31 mayo 2023 06:10 AM
China y Estados Unidos, ¿enemigos irreconciliables o aliados incómodos?
Más allá de sus diferencias geopolíticas, a China le conviene sostener un dólar fuerte contra su moneda, para mantener bajos los precios de sus exportaciones y su competitividad en los mercados internacionales, apunta Guadalupe Sánchez Vélez.

(Expansión) - La disputa entre Estados Unidos y China tiene diversas facetas y un denominador común: la ambición de estos contendientes por prevalecer como la potencia dominante en el escenario mundial. Las desavenencias de los dos colosos del siglo XXI son notorias en su tensa relación comercial, plagada de acusaciones y sanciones constantes, pero no exclusivas.

Los encontronazos también ocurren en otros ámbitos. El interés de nuestro vecino por mantener su esfera de influencia en Taiwán es uno de los principales focos de conflicto. Éste alcanzó su punto más álgido el año pasado, con la visita que decidió realizar a la isla la líder de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pellosi, a pesar de las advertencias del gobierno chino.

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Por desgracia, existen discordias en otros temas de alto riesgo para la seguridad internacional, como el acercamiento de China con Rusia en el contexto de la guerra en Ucrania, las relaciones de China con Corea del Norte, así como el espionaje y robo de bases de datos de la nación asiática para fines industriales y militares.

Frente a este complejo entorno, existe la inquietud latente respecto de la posibilidad de que estos desencuentros provoquen una catástrofe económica, o que incluso pongan en riesgo la paz mundial. Nadie quisiera vislumbrar un escenario de extrema tensión entre las dos economías más grandes del mundo, que además son las principales potencias nucleares.

A pesar de estos riesgos, es sensato entender que la intrincada relación chino-estadounidense tiene muchos matices debido a una fuerte interdependencia, por más esfuerzos que hacen ambos países para reducir sus vulnerabilidades.

La administración de Joe Biden ha puesto énfasis en desarrollar una industria local de semiconductores y mover sus empresas ubicadas en “territorio “enemigo” a la región T-MEC. China, por su parte, busca impulsar el crecimiento de su demanda interna para reducir la dependencia del mercado estadounidense, y exporta sus capitales a países en desarrollo, que poseen recursos y materias primas indispensables para su sector manufacturero.

Los datos duros nos indican que estas naciones rivales mantienen más coincidencias que discrepancias en el ámbito económico. En 2022, su comercio bilateral de bienes alcanzó la cifra récord de 690,000 millones de dólares (mdd), de los cuales 537,000 mdd corresponden a las exportaciones de China, lo que ubicó a este país como el principal proveedor de Estados Unidos.

China ha invertido buena parte de sus excedentes comerciales en bonos del Tesoro, y es actualmente el segundo tenedor de deuda pública estadounidense, después de Japón. ¿Qué razones tiene el gigante asiático para financiar a su acérrimo competidor? Impulsar sus exportaciones hacia el mercado estadounidense para lograr las tasas de crecimiento económico que demanda su mercado laboral.

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Más allá de sus diferencias geopolíticas, a China le conviene sostener un dólar fuerte contra su moneda, para mantener bajos los precios de sus exportaciones y su competitividad en los mercados internacionales. Además, China conserva la mayor parte de sus excedentes de dólares en bonos del Tesoro porque siguen siendo los instrumentos de inversión más seguros del mundo, no obstante las diversas inconsistencias en la economía estadounidense.

Una muestra de ello es la reciente contienda que enfrentó el presidente Joe Biden con la bancada republicana en torno a su solicitud de aumento en el techo de la deuda pública. Y es que sólo con la autorización del Congreso, el gobierno puede cumplir con todos sus compromisos, incluido por supuesto el pago de intereses a sus acreedores chinos.

El acuerdo se logró luego de una semana de negociaciones. No es la primera ocasión que una administración estadounidense se enfrenta a un posible “default”. Aunque es un escenario impensable en la economía internacional, cada vez que se presenta esta posibilidad hay revuelo en los mercados y merma la confianza de los inversionistas.

Para algunos analistas, los recurrentes desequilibrios financieros de Estados Unidos, desde la crisis del sector inmobiliario de 2008 hasta las actuales quiebras de bancos como el Silicon Valley Bank o el First Republic Bank, representan una oportunidad para que China refuerce sus alianzas con otros países, acumule reservas en otras divisas duras como el euro o el yen, y diversifique sus excedentes financieros para disminuir su dependencia hacia la nación estadounidense.

Es posible que estas medidas puedan tener un impacto positivo en la economía china en el mediano o largo plazo, pero el arraigado vínculo que mantienen los líderes económicos de Oriente y Occidente en los ámbitos comercial y financiero hace inviable un cambio drástico en el equilibrio de fuerzas.

En este caso, los intereses económicos prevalecen frente a cualquier pugna o diferencia geopolítica. Ninguna de estas naciones tiene los recursos y las alianzas necesarias para adoptar las estrategias que puedan modificar, por lo pronto, la interdependencia construida en las últimas décadas.

Nota del editor: Celsa Guadalupe Sánchez Vélez es Directora del Colegio de Administración y Negocios del Sistema CETYS Universidad. Síguela en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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