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El irracional mito de la racionalidad

Una de las formas para desmentir la racionalidad de los agentes económicos es mediante los sesgos cognitivos, que son efectos sicológicos que distorsionan nuestro razonamiento.
mié 28 junio 2023 05:58 AM
El irracional mito de la racionalidad
Los sesgos cognitivos existen e influyen en nuestras decisiones económicas más a menudo de lo que reconocemos, señala Ángel Huerta.

(Expansión) - Uno de los axiomas fundamentales de la economía moderna es que los seres humanos somos entes racionales, el cual ha sido al mismo tiempo uno de los postulados más discutidos y cuestionados dentro de esa ciencia.

La razón por la que aún se conserva como uno de los principios básicos de la teoría económica, a pesar de ser una idea fuertemente discutida, básicamente es para facilitar el estudio y el modelaje de los agentes económicos y sus decisiones: es más sencillo estudiar a un consumidor que elige bienes y servicios que le reportan cierta utilidad, que estudiar a aquel que prefiere gastar su ingreso en los que no sólo le reportan una menor utilidad, sino que incluso le podría generar pérdidas, pues en este último caso, que a primera vista podría parecer irracional, están involucrados otros factores además de los económicos (sociales, sicológicos, contextos muy específicos)*.

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Precisamente una de las formas para desmentir la racionalidad de los agentes económicos es mediante los sesgos cognitivos, que son efectos sicológicos que distorsionan nuestro razonamiento y nos conducen a juicios inexactos o decisiones equivocadas.

Entre los sesgos cognitivos documentados que más están presentes en los agentes económicos, se encuentran los siguientes, con sus respectivos ejemplos:

1. Sesgo de disponibilidad

Tendemos a creer que es cierto aquello que recordamos con mayor facilidad. Por ejemplo, si un consumidor lee malas referencias de un teléfono, es altamente probable que lo descarte de inmediato cuando quiera comprar un nuevo equipo, en lugar de tomar una decisión basado estrictamente en las características de las diferentes opciones de modelos.

2. Sesgo de representatividad

Es básicamente cuando generalizamos. Este en particular es polémico, pues también está asociado a prejuicios raciales. Pongamos por ejemplo una empresa de ropa que ha observado a una mujer usando una falda rosa, y por ello decide producir y vender sólo faldas rosas, asumiendo que todas las mujeres demandarán ese producto.

3. Sesgo de confirmación

Es en el que caemos cuando sólo creemos en aquello que valida nuestras creencias preexistentes y desechamos casi en automático aquello que las contradice. Imaginemos a un inversionista que, dadas sus observaciones del mercado accionario, cree que habrá una caída. Cuando investigue noticias y análisis sobre el mercado, lo hará buscando confirmar su propia hipótesis.

4.

Sesgo de exceso de confianza

Digamos que este sesgo es ‘la actitud millennial‘: yo lo puedo hacer todo. Sigamos con el inversionista engreído, quien se considera tan bueno que no cree que pueda equivocarse, lo que lo lleva a tomar decisiones de inversión muchas veces erróneas. Algunos estudios que han documentado este sesgo revelan que las estimaciones de los analistas financieros, no se cumplen ni el 40% de las veces.

5. Sesgo de aversión a la pérdida

Es cuando las personas prefieren no renunciar a una utilidad segura (dinero, interés, apuestas), que a ganar más utilidades. Por ejemplo, en algunos experimentos donde se les ofrece a los interesados a concursar en un juego de azar donde si gana obtendrían 1,000 dólares, pero si pierden devolverían 2,000 dólares, y con la aclaración de que es más probable que ganen a que pierdan, la gran mayoría se abstiene de participar.

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Claramente estos ejemplos y experimentos están diseñados justo para ilustrar dichos sesgos, es decir, que no es probable que en condiciones normales alguien te ofrezca un juego de azar como el del ejemplo del sesgo de aversión a la pérdida, y tampoco es probable que una empresa de moda se base en una observación para decidir su línea de producción. Lo que sí es cierto, es que estos sesgos existen y que influyen en nuestras decisiones económicas más a menudo de lo que reconocemos.

Es importante señalar que todos los agentes económicos somos propensos a caer en este tipo de sesgos cognitivos, es parte de nuestra propia naturaleza humana; no somos tan racionales como presumimos serlo.

* Nota del autor: Es importante aclarar que existen áreas en la economía muy especializadas que se encargan de estudiar ese tipo de decisiones irracionales, como la economía conductual.
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Nota del editor: Ángel Huerta es analista económico de Grupo Financiero Bx+ . Economista y aprendiz de matemático. Le gustan los tacos, la música clásica, y las discusiones académicas sobre crecimiento económico y desarrollo social. Aprende mucho en Grupo Financiero Bx+ . Tuitea luego existe en @aiihmonzalvo Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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