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Los jefes asesinos de la curiosidad ejecutiva

En muchas empresas la curiosidad ha sido dejada de lado, sea por liderazgos llenos de apresto como por acaloradas narrativas de control que no dejan una rendija para que amanezca la luz de lo nuevo.
jue 22 junio 2023 06:08 AM
Los jefes asesinos de la curiosidad ejecutiva
La curiosidad es la clave, tanto para aquel que estudia música o aprende a hacer código informático o planifica el crecimiento de un determinado negocio, señala Nicolás José Isola.

(Expansión) - Para los filósofos griegos la filosofía comenzaba en el asombro. La curiosidad era crucial. Los diálogos platónicos eran la búsqueda por internarse en los vericuetos complejos de la lógica pero siempre atada con una capacidad inmensa para pensar lo que estuviera por fuera del trayecto esperado. Todo era permitido en clave de encontrar el hilo primordial del sentido.

La curiosidad es fundamental en el crecimiento cerebral de un niño, los estímulos y el placer con los cuales interactúa son a una vez premios y recompensas para explorar aún más. El lenguaje mismo es una llanura de indagaciones y formas del decir que nos proyectan en una narrativa para encontrarnos con los demás. Porque de eso se trata hablar, de tocarnos con palabras.

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En las compañías se ha puesto de moda hablar del reskilling o del desarrollo de carrera para mencionar esa necesidad que tenemos como seres humanos de estar capacitándonos y reinventándonos en nuestros lugares de trabajo pero también en la vida misma. Un soltero que se casa y tiene dos hijos sabe bien de qué cuernos se trata el reskilling, nada más que no le pone el nombre marketinero en inglés. De modo que en nuestra vida diaria hacemos esto.

La tecnología hace cada vez más urgente que aprendamos nuevas cuestiones y desarrollemos nuestro potencial incluyéndolas. Y allí se me hace que es clave la curiosidad. Porque aprender sin curiosidad es un bodrio repetitivo.

La curiosidad es la clave, tanto para aquel que estudia música o aprende a hacer código informático o planifica el crecimiento de un determinado negocio.

Pero en muchas organizaciones la curiosidad ha sido dejada de lado, sea por liderazgos llenos de apresto como por acaloradas narrativas de control que no dejan una rendija para que amanezca la luz de lo nuevo.

Nuestros teléfonos celulares nos han dado muchas facilidades pero también nos han solucionado problemas que antes debían ser repensados con creatividad. Ahora, una aplicación nos dice la mejor receta o el mejor camino en automóvil siempre, antes teníamos que buscarle la vuelta a un sinfín de interrogantes del día a día. No tengo nada contra la tecnología, lo que intento expresar es que el músculo de nuestra curiosidad es activado muchas menos veces por día que tiempo atrás. Es importante darnos cuenta de eso e intentar paliarlo.

Hay grandes ideas que sólo emergen de una caminata o una ducha relajada. La creatividad y la curiosidad maridan bien y se sazonan cuando no estamos estresados y nos sentimos a salvo. Sentirme en un ámbito cuidado es primordial para que se me ocurran alternativas e ideas 'mejoradoras'. Si puedo ser yo mismo, entonces mis ideas serán hospedadas y recibidas. Si puedo ser yo mismo, mis ideas vivirán.

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Conozco muchas ejecutivas y ejecutivos que se quejan porque sufren micromanagement por parte de sus jefes y consideran que pierden libertad porque no les dan autonomía. Es muy probable que sus jefes no tengan la menor idea de cuántas ideas fecundas se pierden por ese excesivo control. Asfixian a sus reportes impidiéndoles que emerja lo mejor de ellos. Los desoxigenan.

La curiosidad es hermosa para nuestro cerebro, pero hay líderes asesinos que se encargan diariamente de matarla. Si no puedo ser yo mismo, mis ideas morirán.

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Nota del editor: Nicolás José Isola es filósofo, master en educación y PhD. Ha sido consultor de la Unesco, actualmente vive en Barcelona y es Coach Ejecutivo, Consultor en Desarrollo Humano y Especialista en Storytelling. Escríbele a nicolasjoseisola@gmail.com y síguelo en Twitter y/o LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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