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Empresas, academia o egresados, ¿quién tiene la culpa de la crisis de talento?

El desafío más apremiante radica en la creciente desvinculación entre la oferta académica y las necesidades reales del mercado laboral.
mié 02 agosto 2023 06:10 AM
maestros sep
Las universidades deberían adoptar el objetivo de certificar a sus estudiantes en estándares de competencias, las cuales cumplen con las necesidades que demanda el mercado laboral, señala Christian Ríos.

(Expansión) - Para los recién egresados, la crisis de talento en México es culpa de las empresas, la cuales aseguran que las universidades son las responsables, y las instituciones educativas condenan a ambas. ¿De dónde surge el verdadero problema?

En un país que anhela progreso y desarrollo, la educación debería ser el impulsor de la transformación social. Sin embargo, en México nos enfrentamos a una aguda crisis en el sistema de educación superior que ha derivado en una falta de pertinencia educativa y, sobre todo, en la proliferación de lo que comúnmente se conoce como "universidades patito". Esta situación afecta directamente la formación de los jóvenes, lo que además pone en jaque el desarrollo económico y social del país.

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El desafío más apremiante radica en la creciente desvinculación entre la oferta académica y las necesidades reales del mercado laboral. Muchas instituciones educativas, guiadas por intereses económicos, han optado por impartir carreras sencillas y desactualizadas. Pero la realidad es que México ya no necesita más abogados, ni contadores, ni administradores de empresas; México requiere de profesionales que estén a la altura de las exigencias actuales.

Esta desconexión entre lo que se enseña y lo que se demanda en el mercado laboral ha creado una generación de egresados con habilidades insuficientes y, sobre todo, poco preparados para enfrentar los retos laborales del siglo XXI.

La OIT identificó un desajuste en las competencias laborales de los jóvenes mexicanos: más del 50% de los profesionales contratados no cuenta con el perfil deseado por las empresas, debido a que existe un déficit de talento especializado. De hecho, México ocupa la posición 36 entre 38 países de la OCDE por el bajo desarrollo de habilidades de trabajo.

Es innegable que la proliferación de las llamadas "universidades patito" ha sido una consecuencia lamentable de esta situación. Estas instituciones, sin calidad ni rigurosidad académica, no forman futuros profesionales competentes, pues se erigen como fábricas de títulos sin valor, empañando la reputación de la educación superior en el país y desperdiciando el potencial de miles de estudiantes.

Como resultado de este panorama, las compañías enfrentan una crisis de talento. Los empleadores se encuentran con un grave problema al contratar recién egresados que carecen de habilidades para desempeñar sus funciones de manera efectiva.

Las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) se llevan la peor parte, pues son éstas las que sostienen 90% de la economía del país y, debido a la falta de talento capacitado, 34% cierra en el primer año de operaciones, mientras que 60% lo hace en el quinto año. Únicamente 10% se mantienen desde hace más de dos décadas en el mercado, según el Inegi.

La solución a esta crisis educativa requiere de una reforma audaz y profunda que aborde los problemas estructurales. El Estado debe asumir su responsabilidad y convertirse en el garante de oportunidades significativas y de calidad para todos los jóvenes. Pero, seamos sinceros, la transformación tardaría décadas y seguramente muy pocos estarían dispuestos a liderarla.

Así que una propuesta viable es que las universidades adopten el objetivo de certificar a sus estudiantes en estándares de competencias, las cuales cumplen con las necesidades que demanda el mercado laboral, ya sea por industria o por región. No son las mismas habilidades que requiere un recién egresado en la zona del Bajío, que se caracteriza por su naturaleza industrial, a uno que sale de la universidad en el sur del país, donde el entorno es más agrícola.

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Estos estándares de competencias están diseñados en un formato tripartito, es decir, se involucran la academia, la industria y el trabajador -a través de los sindicatos-. Los participantes conforman un Comité de Gestión, que se encarga de identificar las actividades laborales en el mercado, define las habilidades que necesitan los profesionales para destacarse en ellas, y redactan un modelo a seguir e implementar.

El Comité también determina cuándo es necesario actualizar el estándar de competencia, y de esta manera se asegura la atención a las demandas de las empresas, dependiendo de la evolución de las industrias. Lo ideal es que estos estándares no solo se implementen en las universidades, sino desde la educación básica (secundarias) y la media superior, pues es en esta última donde hay una mayor deserción de estudiantes.

La crisis del sistema de educación superior en México no puede ser ignorada. Esta orientación hacia la pertinencia educativa y el vínculo con las demandas del mercado representa un modelo ejemplar que debería ser adoptado por las instituciones educativas. El futuro del país depende de la decisión de abrazar un cambio transformador en las universidades, principalmente.

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Nota del editor: Christian Ríos es el presidente fundador del Instituto de Certificación Empresarial de México (ICEMéxico). Es Licenciado en Administración de Empresas por la Universidad Continente Americano. Cuenta con una maestría en Desarrollo Humano por la Universidad de Celaya, y en Educación por el Centro de Estudios Universitarios del Sur. Además, fue reconocido como Doctor Honoris Causa por el Claustro Doctoral Simón Bolívar en el Congreso de la Ciudad de México. Doctorante en Alta Dirección por la Universidad de Estudios Superiores del Bajío. Síguelo en Instagram . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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