Hoy, poco a poco, estamos migrando hacia un panorama donde cada uno de los miembros de una organización es verdaderamente tomado en cuenta por los directivos de alto nivel. Tales ejecutivos, además, son cada vez más heterogéneos y ponen el ejemplo al resto de sus colaboradores.
Aunque en México y el mundo queda un largo camino por recorrer para garantizar que se trate de figuras dispares y muy únicas, los avances han sido notables. Por un lado, por ejemplo, el 38% de los puestos de alta dirección hoy está ocupado por mujeres (Grant Thornton, 2022). Por otro, el gobierno ha mostrado interés por el tema al destinar 374,831 mdp a la lucha por la igualdad de género y la erradicación de la violencia y la discriminación (CIEP, 2023).
No es tarea fácil, pero es esencial “cambiar el chip” y combatir la discriminación sistémica y los estereotipos de género negativos que están bien arraigados a los diferentes sectores empresariales. Ha llegado la hora de señalar las desigualdades estructurales que enfrentan los empleados, en particular las mujeres: perspectivas de carrera reducidas, salarios desiguales, altas expectativas de trabajo doméstico y mayor probabilidad de ser víctimas de acoso.
Tras identificar estos nudos, un siguiente paso sería poner sobre la mesa temas que solían pasarse por alto: las oportunidades profesionales, la familia y el balance de vida. Respecto a las primeras, el ya conocido techo de cristal que existe en muchas corporaciones es lo primero a derribar. Los puestos de trabajo rinden más frutos si son ocupados por personas poseedores de una preparación académica destacada e ideas innovadoras que cambien el panorama: da igual el género que posean o las preferencias que tengan.
En cuanto al papel de la familia, se ha demostrado que otorgar mayor flexibilización de horarios a madres y padres para que éstos la atiendan es un paso hacia adelante en la efectividad de resultados. Los empleados, hombres y mujeres, no tienen que estar físicamente presentes en todo momento para garantizar el correcto funcionamiento de los equipos.
En términos del equilibrio de vida, y en relación con los padres y madres de familia, está claro que una empresa exitosa es aquella que entiende que sus colaboradores son seres humanos: complejos y multifacéticos. Sin duda, la parte profesional de sus vidas puede tratarse de aquella en la que se concentran por necesidad o placer; sin embargo, resulta fundamental entender que también necesitan tiempo con sus familias o para actividades sociales, así como que cada caso es único. Si una compañía promueve esta armonía, estará fomentando – además – el que se viva un bienestar integral en su interior: físico, mental y emocional.