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El 'nearshoring' y los nuevos vientos políticos

La regionalización en diversas áreas del mundo se vuelve crucial para fortalecer la integración de las cadenas de suministro y el consumo interno.
mar 03 octubre 2023 06:51 AM
nearshoring-mexico
El éxito o el fracaso del 'nearshoring' pasará forzosamente por decisiones de política pública, aunque poco a poco se nos agota el tiempo para resolver los problemas que impiden aprovechar esta oportunidad histórica, apunta Jafet Sánchez.

(Expansión) - En los primeros meses de 2022, comenzó a surgir un boom mediático sobre el nearshoring, un fenómeno que hasta entonces era poco mencionado y del cual se decía que México podría obtener grandes beneficios económicos, ya que éste se basa —en términos muy generales— en la relocalización de las empresas en lugares más cercanos a los centros de consumo. Según se argumentaba desde ese año, esta situación permitiría que México aprovechara su cercanía a Estados Unidos y la apertura comercial propiciada por el T-MEC para ser el principal exportador de mercancías hacia ese país.

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Hoy en día es difícil encontrar a instituciones financieras, medios de comunicación o analistas económicos que no hayan publicado algún reporte o columna hablando sobre la oportunidad histórica que este fenómeno representa para México o, por el contrario, para sostener que no la estamos aprovechando del todo. Las cifras pueden variar, pero el consenso muestra que el nearshoring puede traducirse en un incremento del PIB de 1% o, al menos, duplicar la cantidad de Inversión Extranjera Directa (IED) que llega a México, la cual en promedio ronda los 34,000 millones de dólares (mdd) por año.

La popularidad del tema es tan grande que inclusive ha llegado al mismo presidente López Obrador, quien en días recientes reconoció que la relocalización puede “fortalecer a la región de América del Norte… al no depender tanto de Asia”. No obstante, la tendencia de los últimos meses refleja que la emoción y la euforia por este fenómeno comienza a ralentizarse y ahora se prevé que los efectos del nearshoring se materialicen entre los próximos tres y cinco años.

La situación se torna compleja cuando, a falta de casi un año de gobierno, vemos a un presidente y a la mayoría de su gabinete más concentrados en el proceso electoral de 2024 que en impulsar políticas públicas para facilitar la relocalización de las empresas interesadas en arribar a México. Si bien la Secretaría de Economía se ha dado a la tarea de organizar foros y sostener encuentros con empresas extranjeras interesadas en invertir en el país, las cifras más recientes de Inversión Extranjera Directa no muestran un cambio sustantivo en cuanto a nuevas inversiones se refiere. De acuerdo con la misma Secretaría de Economía, durante el segundo trimestre de 2023, las nuevas inversiones por concepto de IED fueron de 999 mdd, la segunda cifra más baja desde el segundo trimestre de 2020, cuando estas fueron de 799 mdd, en pleno auge de la pandemia de covid-19.

A esto hay que añadir la constante provocación del gobierno mexicano a nuestros principales socios económicos con los que compartimos uno de los tratados comerciales más dinámicos del mundo, el T-MEC. No son pocas las veces que tanto legisladores como empresarios de Estados Unidos y Canadá han señalado que México está violando diversos artículos del Tratado. Incluso, Washington y Ottawa recientemente solicitaron la instalación de un panel para solucionar la disputa del uso del maíz transgénico, hecho que también ha incrementado las posibilidades del inicio de un panel en materia energética en los próximos meses.

Vale la pena resaltar lo anterior, ya que en un contexto en el que el concepto de la globalización está seriamente cuestionado, la regionalización en diversas áreas del mundo se vuelve crucial para fortalecer la integración de las cadenas de suministro y el consumo interno. No obstante, el inicio de las campañas electorales para la presidencia tanto en México como en Estados Unidos no brinda señales de que las y los posibles candidatos de cada país busquen profundizar nuestra relación bilateral, sino que mantienen las mismas visiones nacionalistas para atender problemas conjuntos como la migración y la seguridad, o bien para aprovechar y materializar oportunidades como el nearshoring.

Para el caso de México, las dos aspirantes a la candidatura presidencial han dejado entrever sus concepciones opuestas sobre cómo capitalizar este fenómeno. Claudia Sheinbaum, por parte de Morena, ha declarado que el nearshoring debe “promover el bienestar social”, a fin de evitar una profundización en la desigualdad entre el norte y el sur del país. Por su parte, Xóchitl Gálvez, del Frente Amplio por México, se ha mostrado a favor de realizar los ajustes necesarios en materia energética y de Estado de Derecho, con el objetivo de atraer mayor inversión extranjera.

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A estas visiones distintas, habría que agregar que, si bien hoy en día México está de moda, los obstáculos a resolver para aprovechar la oportunidad del nearshoring están ahí desde hace décadas (inseguridad, bajo desarrollo de infraestructura, baja productividad, entre otros), y se trata de problemas difíciles de solucionar de la noche a la mañana.

En síntesis, el éxito o el fracaso del nearshoring pasará forzosamente por decisiones de política pública, aunque poco a poco se nos agota el tiempo para resolver los problemas que impiden aprovechar esta oportunidad histórica.

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Nota del editor: Jafet Sánchez (@JafetR94) es consultor especializado en temas económicos y financieros en Integralia (@Integralia_MX). Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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