Sin embargo, la búsqueda continúa, tanto de un compuesto similar, como de tecnología disruptiva capaz de revolucionar la manera en que vivimos. Un proyecto con el potencial de detonar una industria y, por ende, la economía, pero uno que difícilmente veremos originarse en México, debido a que la investigación científica no goza de mucho apoyo público ni interés privado.
La ciencia y los avances tecnológicos tienen la capacidad de cambiar el paradigma humano y redefinir el mundo a nuestro alrededor. La imprenta permitió la difusión de ideas y precipitó eventos históricos como la Ilustración y la Revolución Francesa. La máquina de vapor dio comienzo a la era industrial, transformando la producción y sentando las bases de la urbanización y una nueva forma de vivir.
El teléfono acercó a las personas, mientras que el internet ha abierto las puertas a la información y ha acercado a comunidades enteras alrededor del mundo. Los ejemplos podrían seguir, pero la lección es clara, ciertos avances tecnológicos tienen el poder de redefinir nuestro mundo de manera rápida y significativa.
La superconductividad a temperatura ambiente presagiaba un impacto similar, con la promesa de transformar la tecnología de nuestro mundo. Ésta permitiría una mayor eficiencia en la transmisión de energía eléctrica, sin pérdidas significativas debido a la resistencia, así como un mayor almacenamiento de energía y su uso a través de dispositivos móviles sin sufrir sobrecalentamiento. Además, posibilitaría una transmisión de datos más rápida y eficiente, e incluso medios de transportación con base en levitación magnética que parecería desafían la gravedad, entre muchas otras cosas.
La innovación es parte integral del desarrollo humano y un importante motor para la economía. Aunque el compuesto LK-99 no resultó ser el santo grial que se esperaba, equipos enteros siguen trabajando en la búsqueda de un verdadero superconductor, ahora motivados por los avances y “errores” que contribuyen al desarrollo científico. Un descubrimiento como el LK-99 significa no solo un avance en la ciencia, sino el nacimiento de toda una industria repleta de oportunidades comerciales con ramificaciones mucho más allá de su epicentro.
Entonces, ¿sería factible ver esta clase de innovaciones originarse en México? No hay razón por la cual no. La nación cuenta con científicos de alto perfil que han hecho importantes contribuciones al mundo de la ciencia, sin embargo, la investigación y el avance científico requieren de apoyo y financiamiento, dos áreas en la que México está rezagado.
Para contextualizar, según datos de la OCDE, Corea del Sur se posiciona como el segundo miembro con más inversión en el campo de la Investigación científica y Desarrollo Experimental (GIDE), destinando un 4.81% de su PIB en 2020. Mientras tanto, México está entre los miembros que menos invierte, con un aproximado de 0.30 de su PIB en el mismo año. Además, México se encuentra entre los 10 países en el mundo con más “fuga de cerebros", es decir, la migración laboral altamente calificada en búsqueda de mejores oportunidades.