Desde mi experiencia en el gremio del desarrollo tecnológico, puedo decirles que el mercado laboral en México está experimentando una oportunidad única: las empresas extranjeras encuentran costos más bajos, mientras que el talento mexicano accede a salarios más elevados en relación con el mercado.
De acuerdo con la empresa global de recursos humanos Deel, que atiende a clientes como Shopify y Dropbox, alrededor de 3,000 compañías con sede en Estados Unidos utilizaron sus servicios para contratar en América Latina, en el primer trimestre de 2023. Y es que los clientes de la firma de capital humano pagan, en promedio, un salario anual de 74,400 dólares en toda la región para contratar a un grupo de ingenieros.
Si esto se compara con los 127,000 dólares anuales que las empresas destinan a un solo desarrollador de software, nos queda claro por qué las firmas de Estados Unidos prefieren contratar a 100 ingenieros en América Latina en lugar de 10 locales con un perfil similar. Sin duda, esto resulta atractivo tanto para empleadores extranjeros como para talentos mexicanos.
No obstante, el nearshoring en el ámbito del desarrollo de software presenta una dualidad que merece atención. Si bien el atractivo reside en los costos reducidos para las empresas extranjeras y los ingresos más altos para los talentos mexicanos, este enfoque desaprovecha el potencial creativo y de valor agregado que los desarrolladores mexicanos pueden aportar al panorama global de la tecnología.
¿Cómo se puede hacer esto de manera diferente? La clave radica en entender que el valor no solo está en la mano de obra, sino en la colaboración estructurada y multidisciplinaria. La idea es transformar la dinámica tradicional del desarrollo de software mediante células que integran distintos roles y talentos. Estas células van más allá de solo codificar: incluyen roles de gestión de proyectos, liderazgo técnico, diseño y pruebas, entre otros.
El cambio hacia un modelo más integrado y colaborativo, donde se fomenta el trabajo remoto y se abren las puertas a talentos de distintas regiones del país, ha sido un punto clave de crecimiento en esta nueva era de trabajo. Esta descentralización de talentos ha permitido acceder a recursos altamente calificados en regiones donde antes no se consideraba viable su contratación, generando un impacto positivo en la diversidad y calidad del trabajo.