Parece que nuevamente las cadenas de suministro a nivel mundial enfrentarán el caos y la incertidumbre ante los conflictos armados que surgen en la región del Mar Rojo. Después de varios años de afrontar interrupciones en el suministro por causas como la pandemia y los enfrentamientos bélicos entre Rusia y Ucrania, el comercio internacional vuelve estar ante la expectativa de cómo se resolverá la situación con el tránsito de mercancías por el Canal de Suez.
¿Los ataques del Mar Rojo denotarán otra disrupción en cadenas de suministro?
Desde hace varias semanas, la mayoría de las empresas navieras más grandes del mundo han tomado la decisión de evitar el Mar Rojo para ingresar al Mediterráneo por el Canal de Suez. Esto después de que los rebeldes hutíes con sede en Yemen dispararan misiles contra buques de carga por la guerra entre Israel y Hamas.
El impacto que esta decisión ha tenido en la producción y distribución mundial de las mercancías que vienen de Asia y se dirigen principalmente a Europa ha llevado a que las empresas multinacionales empiecen a desplegar sus planes de mitigación de riesgo ante posibles disrupciones en el suministro.
La importancia a nivel mundial del tránsito por el Canal de Suez se ve reflejado en los 17,000 barcos que lo cruzan al año y que representan alrededor del 12% del comercio mundial, 1 millón de billones de dólares en mercancías.
Para mitigar esta situación y no colapsar totalmente las cadenas de suministro a nivel mundial, las empresas navieras han tomado como alternativa que los buques viajen rodeando todo el continente africano a través del Cabo de Buena Esperanza en Sudáfrica. Este cambio hace que el viaje dure una semana más en promedio y que sume unos 6,482 kilómetros al recorrido.
Esta medida se ha traducido en que algunos mercados internacionales como el del café, petróleo, textiles entre otros ya empiezan a mostrar señales de un incremento en sus precios, debido al cambio en los tiempos de tránsito. El aumento de las tarifas por contenedor ha aumentado considerablemente, lo que ha llevado a un ajuste en los costos en todos los eslabones de las cadenas de suministro.
Empresas como Tesla y Volvo han tenido que detener sus operaciones en fábricas de Europa ante la falta de materia prima, que no ha llegado en los tiempos que normalmente se consideran para su plan de producción. Esto podría traer retrasos en las entregas de sus vehículos, generando el efecto de un desabasto en el mercado.
Por la complejidad de las cadenas de suministro actuales, cualquier cambio en algún punto afecta de manera general a todos sus actores. Por eso esta situación se puede considerar regional, es un asunto que puede impactar a todo el mundo. Cualquier ruptura en las cadenas puede resonar rápidamente en toda la estructura de abastecimiento mundial. En este momento, tenemos esos retrasos en los tiempos de tránsito e incremento en los precios, pero si esto continua, el impacto seguirá aumentado y podría tener un efecto dominó.
Las empresas alrededor del mundo deben revisar de manera inmediata su proveeduría y medir el impacto que de continuar o escalar este conflicto armado puede tener en sus operaciones. Los planes para medir y mitigar el riesgo en la disrupción de las cadenas de suministro se han vuelto parte estratégica de las empresas. Estos planes que se caracterizan por incluir la flexibilidad y resiliencia ante los constantes desafíos que se ha tenido que enfrentar y que se sabe se seguirán enfrentando, se vuelven vitales para seguir compitiendo en contextos globales.
En el caso de México, se podría capitalizar esta crisis para seguir creciendo con la inversión extranjera, nearshoring, con el objetivo de desarrollarse como proveedor para los mercados europeos y crecer como un hub logístico para que las empresas navieras consideren a nuestro país con un punto de conexión entre los océanos Pacífico y Atlántico a través del corredor del istmo de Tehuantepec.
Es claro que esta situación de volatilidad en el Mar Rojo es un recordatorio de la fragilidad de las cadenas de suministro en un entramado global. Dependemos de las rutas marítimas para seguir moviendo un alto porcentaje de las mercancías a nivel mundial. Los mares y océanos junto con los canales y puertos siguen siendo parte primordial del sistema de abastecimiento por el cual se mueve el comercio internacional.
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Nota del editor: Bertha Martínez-Cisneros es profesora-investigadora en Cadenas de Suministros Sostenibles, Logística Inversa, Comercio Transfronterizo y Economía Circular de CETYS Universidad. Síguela en LinkedIn. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.
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