Cuando se presenta la opción de obtener un 10% de rendimiento sin riesgo, frente a la posibilidad de alcanzar hasta un 20%, pero asumiendo el riesgo de perder o quedarse significativamente por debajo del 10%, surge una pregunta crucial, ¿cuál sería tu elección? La respuesta revela tu tolerancia al riesgo. Actualmente, esta disyuntiva no es meramente teórica, sino una realidad palpable en el mundo de las inversiones.
La balanza del inversor inteligente se inclina por la deuda sobre las acciones
Los bonos gubernamentales del gobierno mexicano, dependiendo de su plazo, ofrecen rendimientos de entre el 9% y el 11% con un riesgo limitado, mientras que el mercado accionario, a pesar de su capacidad para generar rendimientos atractivos, se enfrenta a la incertidumbre electoral en Estados Unidos y México, riesgos geopolíticos y la presión de las altas tasas de interés sobre entidades gubernamentales o privadas con elevados niveles de endeudamiento.
Además, al examinar las valoraciones de las acciones en Estados Unidos, especialmente la razón utilidad/precio, o las ganancias de las empresas respecto al valor de mercado de su capital, encontramos una razón cercana al 4%, lo cual se interpreta como que las utilidades del último año son equivalentes al 4% del valor actual de las acciones. Este porcentaje es muy similar al de un bono gubernamental de Estados Unidos a 10 años que, por su naturaleza gubernamental, podría considerarse como libre de riesgo. Esto es crucial ya que, al invertir en acciones, se debe pensar en un horizonte de largo plazo, idealmente mayor a tres.
Sin embargo, la razón de utilidad/precio es menor a las tasas libres de riesgo de 1 a 5 años y muy similar para 10 años, un fenómeno común en escenarios de sobrevaloración del mercado accionario o altas tasas de interés. Esta situación se ajusta cuando los precios de las acciones disminuyen por un descalabro económico o las tasas de interés se reducen para estimular la economía. Por lo tanto, aunque las acciones pueden continuar expandiéndose en precio, el riesgo de una caída aumenta a medida que los mercados las consideran sobrevaloradas.
En el contexto de México, que en 2023 con un rendimiento mayor al 40%, se ubicó como el tercer mejor mercado mundial medido en dólares, existen dinámicas que benefician significativamente a la economía nacional y en particular a las empresas. No obstante, el riesgo de un revés también es palpable, más aún cuando en los últimos 60 días ya hemos experimentado el tercer mejor bimestre de esta categoría y 7 nuevos máximos histórico hasta el 6 de febrero. Además, en términos de valoraciones, la razón utilidad/precio es de apenas 5.7% frente a tasas a 10 años de más del 9% y a un año de más del 11%. Aunque desde 2011 es relativamente común que las tasas gubernamentales superen esta razón en México, nunca la diferencia había sido tan pronunciadamente negativa.
Por otro lado, la inversión en bonos, que actualmente ofrece tasas históricamente atractivas tanto en México como internacionalmente, se ha convertido en una opción cómoda para gran parte de los inversionistas. Con la mayoría de los bancos centrales habiendo alcanzado, en el peor de los escenarios, el pico de sus tasas de interés, la interrogante que se plantea hacia el futuro es cuándo y con qué velocidad disminuirán sus tasas de referencia.
En este contexto, encontramos inversionistas audaces que anticipan reducciones rápidas de tasas tanto en Estados Unidos como en México para 2024, mientras que otros, de perfil más cauteloso, apenas prevén algunas disminuciones a lo largo del año. Pero independientemente de la velocidad de las reducciones, los inversionistas se benefician de un riesgo moderado y una expectativa de rendimiento sumamente favorable. Para que estos instrumentos experimenten una pérdida de valor, las tasas tendrían que incrementarse, escenario que se considera improbable durante este año.
Por lo tanto, las acciones pueden seguir siendo una fuente valiosa de rendimientos dentro de un portafolio balanceado, pero la cantidad invertida en esta categoría debe estar en sintonía con el perfil de riesgo del inversionista.
Los inversionistas con una tendencia conservadora podrían no estar dispuestos a enfrentar las posibles pérdidas a corto plazo. Además, un aspecto constante en el mercado de acciones, más allá de su potencial de crecimiento a largo plazo, es su volatilidad e incertidumbre inherentes en periodos cortos. Actualmente, existe la duda de que las empresas aumenten sus ganancias para justificar sus precios actuales, un escenario que probablemente se materialice a largo plazo, pero que no ha sido el caso en los últimos seis meses, en el que las utilidades, en promedio, han mostrado reducciones marginales. Por su parte, los mercados de deuda ofrecen un valor agregado a inversionistas conservadores y agresivos con rendimientos atractivos y estables a corto, mediano y largo plazo.
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Nota del editor: Ramsé Gutiérrez es Senior Vice President /Co-Director de Inversiones en Franklin Templeton México. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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