(Expansión) - En septiembre de 2022 vimos la máxima lectura de inflación anual en México de los últimos 20 años con un nivel de 8.70%. Esto, derivado principalmente de temas externos como fueron la recuperación global tras la recesión causada por la pandemia durante 2021 y el choque que tuvieron las materias primas por la guerra en Ucrania durante 2022. Desde entonces se ha visto una mejora sustancial con un menor ritmo de alza de precios, con lo que, a cierre de septiembre de 2023 la lectura fue de 4.25%, casi la mitad desde su pico. No obstante, el rango objetivo de Banxico es de 2 a 4% (3% +/- 1%), por lo que el panorama de la inflación se mantiene en niveles incómodos.
A un año del pico de la inflación
Existen diversas causas que mantienen la inflación en niveles incómodos para la autoridad monetaria; el primero, trata sobre la inflación de los bienes y servicios menos volátiles, conocida como la inflación subyacente, que llegó a su pico en noviembre de 2022 con un nivel de 8.51% y que se ha reducido 2.76%, esto equivale a un poco más del 30%, colocándose así en un nivel de 5.8% anual. Esta inflación es la que explica más del 97% de la inflación actual y sobre la cual la política monetaria tiene el mayor efecto, por lo que, al no estar dentro del rango de Banxico, se vuelve muy notorio que las presiones inflacionarias seguirán, pues su ritmo de cambio es menor que el de la inflación general.
El segundo factor es que la inflación en México está muy sesgada a la categoría de alimentos y bebidas, pues durante los últimos dos años, el 50% de la inflación ha estado explicada por aumentos en este rubro. Además, es importante mencionar que mientras menor es el ingreso familiar, mayor es el impacto en los patrones de consumo y, en particular, sobre la calidad de alimentos a los que tienen acceso los hogares. Este efecto no sólo podría ser de corto plazo, pues en este factor radica que la inflación alta se convierta en un mayor impuesto para las clases económicas menos favorecidas, al grado de convertirse en una trampa que haga perdurar la pobreza en las siguientes generaciones familiares.
Como tercer factor incómodo están las expectativas y posibles choques. En primera instancia, el consenso de economistas encuestados por Banxico predice que la racha de bajas en la inflación tendrá una pausa y que veremos alzas durante noviembre y diciembre de este año, para cerrar con una inflación de 4.7%. Un repunte que, si bien no es muy significativo desde sus niveles actuales, sí deja entrever que el ritmo de bajas será mucho más moderado respecto a la caída de más de 4% de los últimos 12 meses.
Esto es aún más relevante si consideramos que la expectativa para 2024 es que la inflación se mantenga la mayor parte del año por encima del 4%, tanto para la inflación general como para la subyacente. Por último, están los choques que podrían suceder en el corto plazo como, por ejemplo, el repunte global de los precios del petróleo que pueden empezar a afectar a las gasolinas y; en la misma línea, la posible participación de Irán, un país con una producción de petróleo relevante, en el conflicto bélico entre Israel y Hamás.
Así, el avance que se ha logrado para mermar la inflación en México es evidente, pero a futuro no podemos esperar que se siga con el mismo ritmo de reducciones, principalmente por tres temas estructurales: 1) el próximo año habrá muchas elecciones a nivel global y local, 2) veremos el mayor déficit fiscal aprobado de los últimos 30 años y, 3) el aumento al salario mínimo que se prevé sea de entre 15 y 20%.
En síntesis, los retos para disminuir la inflación seguirán, lo que a su vez provoca que también las tasas podrían continuar en niveles relativamente altos.
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Nota del editor: Ramsé Gutiérrez es Senior Vice President /Co-Director de Inversiones en Franklin Templeton México. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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