Esta responsabilidad se basa en la idea de que las empresas deben de tomar un rol deliberado y estratégico con la finalidad de generar valor más allá del ámbito económico. La fórmula práctica para asumir este papel es simple pero profunda: 1) identificar externalidades y oportunidades, 2) mitigar externalidades, 3) detonar oportunidades y 4) operar un modelo regenerativo.
La intención es contribuir, desde la empresa, al desarrollo sostenible de la localidad, país y el planeta. Esto, en términos llanos, significa que las empresas deben tener en cuenta los impactos sociales y ambientales de sus actividades.
En México, la demostración de responsabilidad social de las organizaciones se está viendo impulsada por una serie de factores, entre los que se incluyen:
- El aumento de la visibilidad y conciencia social sobre los problemas ambientales y sociales.
- El desarrollo de nuevas regulaciones que promueven la responsabilidad social.
- La presión de los consumidores y de los inversores.
En este contexto, las compañías mexicanas se enfrentan a un nuevo desafío: ¿cuál es su rol en un contexto de crisis climática, política y social?
Una posible respuesta es que las empresas deben centrarse en el desarrollo de modelos de negocio sustentables. Estos modelos deben tener en cuenta los impactos sociales y ambientales de las actividades que generan.
Por ejemplo, las empresas deben transitar hacia modelos de negocio que utilicen, donde sea efectivo en costo, energías renovables. En caso contrario, deben buscar formas de reducir sus emisiones mediante la adquisición de bonos de carbono. También es importante que consideren activamente el reciclaje de sus residuos. Además, deben incorporar políticas y acciones que fomenten la igualdad y la inclusión en su cultura organizacional.
La responsabilidad social empresarial es compleja, ya que implica equilibrar rentabilidad con la incorporación de la sustentabilidad. Esto se logra al aprovechar los beneficios de una plantilla altamente productiva que encuentra propósito en sus labores y en la empresa.
Asimismo, se generan ahorros al adoptar tecnologías de generación de energía que pueden tener costos iniciales elevados, pero que son eficientes en costos operativos a largo plazo. Esto contribuye a la fidelidad de los clientes, ya sea en modelos B2B o B2C, gracias a su alineación y transparencia.
A paso lento pero seguro, la legislación comienza a incentivar prácticas encaminadas a la regeneración social y ambiental con leyes enfocadas a la no discriminación y protección del consumidor, así como en leyes ambientales que, en diferentes aspectos, están creando un marco jurídico de acción.
Las organizaciones tradicionales se centran en la maximización de los beneficios para sus accionistas, con una visión cortoplacista. Estas entidades suelen tener un modelo de negocio lineal, en el que los recursos se extraen, se utilizan y se desechan.
Las empresas de impacto tienen un enfoque más holístico, que busca generar una huella positiva en la sociedad y el medio ambiente, además de generar beneficios económicos. Estas organizaciones suelen tener un modelo de negocio más sustentable, que reduce su impacto ambiental y social y, en algunos casos logra la regeneración.
Las empresas regenerativas tienen un enfoque aún más ambicioso, buscando recuperar el medio ambiente y la sociedad. Suelen adoptar un modelo de negocio circular, donde los recursos se utilizan eficientemente y se regeneran naturalmente. Además, promueven el desarrollo personal y profesional de colaboradores, clientes y proveedores, siguiendo el ejemplo de ecosistemas naturales, que son diversos y resilientes.