A nivel global hemos sido testigos del auge que han tenido los temas de responsabilidad social y sostenibilidad corporativa a lo largo de las últimas décadas, y de cómo las empresas han ido adoptando estos conceptos en mayor o menor medida, con diversos enfoques, múltiples herramientas y lineamientos, y distintos niveles de compromiso y exigencia por parte de éstas y sus grupos de interés, lo cual nos alienta a pensar en modelos de desarrollo sostenible con una fuerte participación del sector privado.
Los desafíos de la sostenibilidad corporativa
Desafortunadamente también hemos visto cómo muchas veces esto se queda sólo en el discurso, las apariencias o las buenas intenciones, por lo que no terminan de cuajar, ni se logran los impactos esperados o la transformación del modelo de negocio deseada, incluso cayendo en algunos casos en prácticas de “greenwashing”.
Para evitar esto, es importante que los temas de sostenibilidad no sólo se gestionen y se integren a la cultura de la organización, es necesario que sean parte de su estrategia y su gobernanza para poder guiar sus operaciones y decisiones en el día a día, dándole a la empresa un propósito social y ambiental a largo plazo, más allá del desempeño económico o de corto plazo, y que cuente con estructuras de gobierno involucradas en su definición, supervisión, evaluación y mejora.
Sin duda, esto no es tarea sencilla, e implica una serie de desafíos que habrán de enfrentarse a lo largo del camino de la sostenibilidad corporativa. Uno de los primeros es contar con el convencimiento real y la participación tanto de la alta dirección como de los órganos máximos de gobierno de la empresa, para que el tema logre trascender y permee a toda la organización.
Otro desafío tiene que ver con encontrar la conexión que hay entre el valor generado por el negocio para los accionistas, o en términos meramente económicos, con aquél generado para todos sus grupos de interés al ser un negocio sostenible; lo cual también lleva al desafío de su definición (en cuanto a objetivos, metas e indicadores) y su consecuente medición, evaluación y reporteo bajo un creciente número de estándares, normas e iniciativas.
Por si esto no fuera poco, también hay retos al momento de la ejecución, ya que la mayoría de los temas de sostenibilidad son complejos y requieren ser abordados bajo un enfoque sistémico y con la colaboración entre actores (gobierno, empresas y sociedad civil) o la generación de alianzas y sinergias que permitan lograr avances e impactar de manera mucho más integral, lo cual no siempre es fácil, por la variedad de intereses, expectativas o prioridades que se vean involucradas y el aterrizaje de todas ellas en acciones concretas.
En el caso de las empresas multinacionales y globales, así como de los conglomerados que abarcan diversas industrias o sectores, adicionalmente podemos encontrar retos en cuanto a la homologación de sus prioridades de sostenibilidad, y por ende la atención a temas materiales, ya que éstos pueden variar significativamente entre regiones o sectores, los cuales deberán considerarse tanto a nivel global como local, y a lo largo del portafolio diversificado del negocio, para que sus esfuerzos se mantengan relevantes y no se diluyan.
Por otro lado, también podríamos hablar de los desafíos que enfrentan las empresas que no nacieron con este enfoque, o aquellas que incluso se encuentran operando en sectores controvertidos en materia de sostenibilidad, ya que el reto de innovación será mucho mayor y podrían requerir de una transformación radical en sus modelos de negocio, insumos, procesos, productos, canales, etcétera, bajo un mayor escrutinio y señalamiento constante por parte de inversionistas, consumidores, autoridades u organizaciones de la sociedad civil.
Finalmente, y sin ser exhaustivo, también hay retos en la comunicación tanto interna como externa, para poder llegar adecuadamente a los diversos grupos de interés con la información de sostenibilidad certera y relevante para la toma de decisiones, que abone a la reputación e imagen corporativa, basada no sólo en una buena percepción sino en compromisos realistas, acciones tangibles y resultados verificables que demuestren una congruencia entre lo que se dice que se hace y lo que realmente se hace.
Ante cada uno de estos desafíos, afortunadamente hay casos y empresas que con compromiso y decisión han salido adelante, gracias a la creatividad e innovación que les permite hacer las cosas de manera diferente, teniendo como propósito la sostenibilidad corporativa.
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Nota del editor: Jorge Reyes Iturbide es especialista en responsabilidad social empresarial y desarrollo sostenible y desde hace 19 años ha trabajado para diversas empresas y organismos nacionales e internacionales en proyectos de investigación, consultoría, desarrollo de estándares y educación ejecutiva en la materia. Actualmente es Director del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac (IDEA) de la Universidad Anáhuac México. Síguelo en Twitter y LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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