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Una lloradita sí te reinicia la vida

Un líder efectivo no solo debe ser capaz de tomar decisiones racionales y estratégicas, sino también de entender las complejidades emocionales que influyen en su equipo y en sí mismo.
vie 29 marzo 2024 06:03 AM
Una lloradita sí te reinicia la vida
Llorar es una expresión natural de nuestras emociones, una forma saludable de liberar la tensión acumulada y permitirnos procesar experiencias difíciles, apunta Saskia de Winter.

Está bien llorar, al contrario de lo que siempre nos han dicho porque más que un reflejo de emociones tan fuertes como una profunda tristeza o alegría; llorar nos conecta con nosotros mismos. A menudo nos encontramos inmersos en un torbellino de actividades que nos alejan de las emociones y nos ponen en modo automático, donde pareciera que ‘sentir’ no tiene lugar.

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Hace tiempo vi un meme que decía "una lloradita y se te reinicia la vida", más allá del humor, hay una gran verdad en ello. El problema es que en el ámbito laboral las emociones están más presentes de lo que creemos, pero nos han enseñado que “se deben ocultar”. En el ejemplo de este meme, los comentarios eran “yo voy al baño y lloro”; y en lugar de esconder las emociones, lo que tenemos que hacer es aprender a gestionarlas.

Llorar también es de valientes

Vivimos en una sociedad donde se valora la fortaleza y la resiliencia, pero a menudo se malinterpreta la verdadera naturaleza de la fortaleza emocional, particularmente cuando se trata de las cabezas del equipo de trabajo. La idea de que los líderes puedan expresar emociones, incluido el llanto, se basa en la comprensión de la inteligencia emocional y la autenticidad en el liderazgo, porque la fortaleza no consiste en reprimir o ignorar nuestras emociones, sino en reconocerlas, entenderlas y trabajar con ellas de manera constructiva. Llorar es una expresión natural de nuestras emociones, una forma saludable de liberar la tensión acumulada y permitirnos procesar experiencias difíciles.

Cuando nos permitimos llorar, estamos reconociendo y aceptando que podemos ser vulnerables y de esta forma estamos tomando el control de nuestras emociones en lugar de dejar que ellas nos controlen. Este proceso de autoconocimiento fortalece la capacidad para enfrentar desafíos.

Otro motivo por el cual es bueno llorar es por un tema de salud mental, que a menudo queda en segundo plano, eclipsado por las demandas laborales y las responsabilidades familiares. Al igual que cuidamos nuestro cuerpo con ejercicio y una dieta equilibrada, debemos dedicar tiempo y esfuerzo a mantener nuestra salud mental.

Líderes más humanos

Llorar es parte integral de este cuidado. Funciona como una válvula de escape, liberando la presión acumulada y permitiendo que nuestro sistema emocional se restablezca. Una persona que reconoce la necesidad de llorar mantiene una vida más plena y equilibrada.

Pero vamos más allá, un líder efectivo no solo debe ser capaz de tomar decisiones racionales y estratégicas, sino también de entender las complejidades emocionales que influyen en su equipo y en sí mismo.

Los líderes que comprenden la importancia de las emociones crean un entorno laboral más saludable, porque la empatía y la conexión emocional son fundamentales para construir relaciones sólidas dentro de un equipo. Cuando un líder demuestra apertura a sus propias emociones, establece un precedente que fomenta un ambiente donde los demás también se sienten cómodos expresando sus sentimientos. Si alguien está dispuesto a mostrar sus emociones, puede alentar a otros a hacer lo mismo.

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Hay que practicar más este acto consciente de liberar las emociones atrapadas porque el llanto nos proporciona justo esa pausa necesaria; una oportunidad para reflexionar y recargar nuestra energía. Al aceptar nuestras emociones más profundas, nos abrimos a la posibilidad de crecimiento personal y afrontamos los desafíos con una claridad renovada.

Una lloradita sí nos reinicia la vida, pero además nos deja en claro la importancia de estar en sintonía con nuestras emociones. No se trata de llorar más o en público como un acto de mera exhibición, sino de permitirnos sanar, crecer y liderar con calidad humana. En un mundo en el que a menudo en que se cree que el que llora es débil hay que abrazar más la idea de que una lágrima puede ser el comienzo de una renovación profunda y un mejor liderazgo.

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Nota del editor: Saskia de Winter es socia fundadora y Directora General de Saskia de Winter Training. Síguela en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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