En México, la Inteligencia Artificial (IA) está experimentando un auge sin precedentes. Desde la industria manufacturera hasta la atención médica y los servicios financieros, cada vez más sectores están adoptando esta tecnología para impulsar la eficiencia y descubrir soluciones innovadoras. El mercado de IA en México tiene un valor estimado de 3,700 millones de dólares (mdd) y sigue en crecimiento, según Statista Market Insights . Este desarrollo, aunque emocionante, también plantea desafíos importantes que indican la necesidad de regular estas tecnologías de manera responsable y colaborativa.
¿Por qué la autoridad debería escuchar a empresas sobre regular la IA?
El Servicio de Administración Tributaria (SAT) anunció recientemente planes para implementar IA en sus sistemas de recaudación, un claro ejemplo de cómo el gobierno está comenzando a reconocer el potencial de esta herramienta para mejorar procesos. Sin embargo, esta adopción también subraya la necesidad de establecer reglas claras para su uso. Hasta ahora, aunque se ha debatido sobre un marco regulatorio para la inteligencia artificial, no se han concretado medidas significativas. Esta falta de claridad genera preocupaciones sobre transparencia, equidad y seguridad, y destaca la importancia de que el gobierno trabaje de la mano con las empresas para desarrollar regulaciones efectivas.
El nuevo gobierno mexicano enfrenta varios desafíos para gestionar el avance de esta tecnología. Un problema clave es la falta de infraestructura tecnológica adecuada, especialmente en áreas rurales, lo que contribuye a la brecha digital entre regiones urbanas y rurales. Además, las autoridades deben abordar posibles sesgos en los modelos de lenguaje y las implicaciones éticas del uso de datos personales, como fotos o videos generados o modificados por IA. Otro reto importante es el impacto que la automatización puede tener en el empleo, especialmente en tareas repetitivas que podrían ser reemplazadas por sistemas inteligentes.
Para superar estos desafíos, el gobierno tendrá que desarrollar políticas y marcos regulatorios claros y justos. Este proceso debe involucrar a diversas partes interesadas, incluyendo empresas, expertos en tecnología y la sociedad civil. El objetivo debe ser encontrar el equilibrio adecuado entre fomentar la innovación y proteger los derechos y el bienestar de todos los ciudadanos.
Las aplicaciones generativas de la IA, una de las ramas más innovadoras, están dejando su huella en la sociedad y la economía de México. Según un estudio llamado “Hábitos de los Usuarios de Internet en México 2023”, el 55% de los mexicanos tiene una percepción positiva de esta tecnología, un alto nivel de aceptación social. Este optimismo se debe, en parte, a la capacidad de la IA para transformar procesos y aumentar la productividad, beneficiando tanto a las empresas como a los consumidores.
Sin embargo, este entusiasmo también trae preocupaciones legítimas. Algunas personas temen que las aplicaciones generativas puedan desplazar empleos y generar problemas de privacidad de datos. Estos desafíos requieren atención y una regulación cuidadosa para garantizar que el uso de esta tecnología sea responsable y ético.
Las experiencias internacionales pueden servir como guía para diseñar regulaciones en México. La Unión Europea estableció el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) para supervisar la privacidad y seguridad de las aplicaciones inteligentes, mientras que Estados Unidos propuso la Ley de Revisión de la Inteligencia Artificial (AI Accountability Act). Estas iniciativas demuestran que las regulaciones pueden ser flexibles y adaptables sin sofocar la innovación. Sin embargo, las normativas en México deben adaptarse a las necesidades específicas del país para ser realmente efectivas.
Las autoridades y las empresas tienen un papel crucial en promover el uso responsable de la IA. Esto implica establecer estándares éticos y prácticas de gobernanza que aseguren transparencia y equidad. También es fundamental implementar programas de capacitación para que los profesionales comprendan las implicaciones éticas de esta tecnología y tomen decisiones informadas. De esta manera, tanto el gobierno como las empresas pueden garantizar que esta innovación se utilice para beneficio de la sociedad, evitando prácticas discriminatorias o perjudiciales.
Para asegurar que las futuras leyes y regulaciones sobre esta tecnología en México protejan a las personas sin obstaculizar la innovación, es fundamental diseñar políticas que equilibren seguridad y ética con la promoción de la innovación y el crecimiento económico. Con un enfoque colaborativo, México puede avanzar hacia un entorno regulatorio que permita el desarrollo responsable de la IA mientras se protege el bienestar de las personas y se fomenta el progreso tecnológico. El tiempo para actuar es ahora.
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Nota del editor: Por Franco Palacios es CEO Creai. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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