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El año que México quebró

A lo largo de su historia económica, nuestro país ha enfrentado un sinnúmero de crisis, pero la que sin duda fue una de las más importantes a causa del endeudamiento fue la de 1982.
jue 04 julio 2024 06:04 AM
El año que México quebró
Se estima que, a inicios de los 70, la deuda total de México ascendía a 5.9 mmdd, a mediados de esa década ya rondaba los 18.5 mmdd, y en 1988 ya superaba los 100 mmdd, de los cuales, un 80% correspondía al sector público y el resto al sector privado, apunta Ángel Huerta.

Una de las principales preocupaciones económicas de la siguiente administración será el manejo del déficit fiscal, no sólo porque un problema de endeudamiento podría reconfigurar las finanzas públicas (menos gasto público, más impuestos), sino porque podría representar uno tema estructural para la macroeconomía de México, que podría erosionar la calificación crediticia, encarecer el financiamiento para el país, y en general se podría perder la confianza que México ha construido durante años.

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Hoy, ese escenario parece algo lejano, pero no es ajeno. A lo largo de su historia económica, nuestro país ha enfrentado un sinnúmero de crisis, pero la que sin duda fue una de las más importantes a causa del endeudamiento fue la de 1982, el año en que México quebró.

La llamada ‘Crisis de la Deuda’ fue una crisis subsidiaria de una mayor que experimentó prácticamente toda la región latinoamericana denominada como la ‘Década Perdida’, marcada no sólo por los niveles de endeudamiento incontrolables, sino por episodios de hiper inflación (variación de los índices de precios mayores al 50% anual cada mes y de forma prolongada), y, en el peor de los casos, por inestabilidad social y política.

Se estima que, a inicios de los 70, la deuda total de México ascendía a 5.9 mmdd, a mediados de esa década ya rondaba los 18.5 mmdd, y en 1988 ya superaba los 100 mmdd, de los cuales, un 80% correspondía al sector público y el resto al sector privado.

La crisis tuvo un momento especialmente ‘crítico’ en 1982, pues fue el año en el que vencían algunos plazos de préstamos que México contrajo años antes, además, los precios internacionales del petróleo -principal fuente de ingresos del país en ese entonces- cayeron debido a la sobreproducción global de crudo, y por el agotamiento de las reservas que aún quedaban, por lo que el gobierno se vio obligado a solicitar una prórroga de su deuda principal. Y no sólo eso, sino que además tuvo que pedir un nuevo préstamo a sus acreedores internacionales.

Fue así como México se comprometía con el Fondo Monetario Internacional (FMI) a instrumentar un programa de ajuste monetario, cambiario, y fiscal para acceder a las facilidades solicitadas. Entre las medidas que debía cumplir era la reducción de la deuda como proporción del PIB del 16.5% de 1982, al 8.5% para 1983, y luego al 5.5% para 1984. Otras duras medidas que debía tomar el gobierno mexicano era quitar regulaciones a las importaciones, facilitar la inversión extranjera, relajar su regulación en ciertos sectores, privatizar empresas paraestatales, especialmente los bancos que recién en 1982 se habían nacionalizado.

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Si bien en un primer momento, la economía nacional enfrentó algunas consecuencias de esas medidas difíciles de asimilar para una economía pequeña y cerrada (reducción del gasto público en programas sociales y en subsidios, por la política de austeridad; quiebra de las empresas locales que no pudieron competir con las empresas extranjeras; encarecimiento de las importaciones tras las devaluaciones del peso mexicano), a largo plazo se convirtieron en ventajas que aceleraron la modernización económica de México, y que prevalecen hasta nuestro días, (acceso a mercados internacionales; mejora de la calificación crediticia del país; reducción de la carga fiscal de las empresas paraestatales; atracción de la inversión extranjera; diversificación de la economía interna; incremento de la productividad de ciertos sectores; y una de las más importantes, la autonomía del Banco de México).

Es importante aclarar que es poco probable que el México moderno enfrente una crisis de dicha magnitud, pues las condiciones macroeconómicas estructurales son sumamente distintas a las del México de los 80, y que le brindan cierto blindaje, aunque siempre es bueno voltear la mirada hacia nuestra historia económica para aprender de los errores y así evitar repetirlos.

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Nota del editor: Ángel Huerta es analista económico de Grupo Financiero Bx+ . Economista y aprendiz de matemático. Le gustan los tacos, la música clásica, y las discusiones académicas sobre crecimiento económico y desarrollo social. Aprende mucho en Grupo Financiero Bx+ . Tuitea luego existe en @aiihmonzalvo Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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