Recordemos que recientemente la reforma laboral en México incrementó el número de días de vacaciones para los trabajadores con el objetivo de mejorar el equilibrio entre su vida laboral y personal, reconociendo que la desconexión total es fundamental para la salud y productividad de los empleados.
Aunque los días de vacaciones han aumentado, muchos colaboradores siguen sin tomarse el tiempo necesario para descansar y desconectarse del trabajo. Esto se constata en un sondeo recientemente, en el que 6 de cada 10 trabajadores afirmaron no haber tomado días durante este periodo vacacional de verano, siendo, asimismo, un 36% a los que les resulta difícil desconectarse del trabajo y relajarse durante los días de descanso.
El no tomar periodos de desconexión laboral como parte de una cultura de producir continuamente ha desencadenado ciertos fenómenos en los trabajadores, como el llamado “stresslaxing”, término que describe la incapacidad de relajarse durante las vacaciones debido a la ansiedad y el estrés asociado al descanso; más de la mitad de los trabajadores aseguró experimentar stresslaxing o algún tipo de sensación negativa por su propia autodemanda.
Lo que veo es que el estrés por ocio hace que muchos colaboradores, incluso estando de vacaciones, se sientan presionados a mantenerse disponibles para sus jefes o compañeros de trabajo, lo que impide una desconexión total y efectiva y tengo que decir que esto sucede comúnmente en ambientes laborales donde se valoran más las horas trabajadas que la calidad del trabajo.
Pero no solo es este fenómeno, sino que hay otro comportamiento que comienza a manifestarse por la necesidad imperiosa de descanso y desconexión, que son las “vacaciones silenciosas”, fenómeno que consiste en la decisión del empleado de tomar días libres sin solicitarlos formalmente en las empresas, lo que puede ocurrir ante el temor de ser percibidos como poco comprometidos si solicitan sus días de manera oficial.
Este tipo de emociones y decisiones no solo son contraproducentes porque no representan un descanso verdadero, al contrario, generan un círculo vicioso de agotamiento y bajo rendimiento laboral y, por ende, menor productividad en las empresas.