A primera vista, la victoria de Donald Trump parece muy negativa para la economía de México. Ha prometido reevaluar el T-MEC, imponer aranceles a las exportaciones mexicanas, deportar a millones de inmigrantes, extender el muro fronterizo y penalizar a las empresas que se muden a México. Ante estas preocupaciones, el peso mexicano se depreció rápidamente al hacerse evidente su victoria, llegando a 20.80 pesos por dólar.
Los pros y los contras para México con Trump como presidente de EU
Como mínimo, esta incertidumbre hará que las multinacionales piensen dos veces antes de invertir en México. Pero el impacto podría ser peor. Si Trump impone aranceles, la rentabilidad de las empresas en México podría reducirse afectando la reinversión, que ha sido el principal motor de la Inversión Extranjera Directa (IED). Si México responde con sus propios aranceles a las exportaciones estadounidenses, podría iniciarse una guerra comercial en la que México, al depender mucho más de las exportaciones hacia Estados Unidos, sería el claro perdedor.
La victoria de Trump no podría llegar en un peor momento para México a nivel doméstico. El peso y la bolsa ya han caído drásticamente tras la inesperada mayoría de Morena en las elecciones de junio, así como las iniciativas de reemplazar el poder judicial con funcionarios elegidos (probablemente pro-Morena) y eliminar organismos reguladores autónomos. Además, México enfrenta sus propios desafíos fiscales, con el déficit presupuestario de 6% del PIB para 2024 que hereda el gobierno, que necesita reducirse a 4% en 2025 para evitar posibles rebajas de calificación crediticia.
Entonces, ¿hay algún rayo de esperanza?
Cuando Trump fue presidente entre 2016 y 2020, en la práctica fue mucho menos negativo de lo que sugerían sus amenazas. Firmó el T-MEC, calificándolo como el mejor tratado comercial de todos los tiempos, mientras aumentaba aranceles a China, lo que impulsó el “boom” del nearshoring. Las exportaciones mexicanas a Estados Unidos crecieron de 303,000 millones de dólares en 2016 a 359,000 millones en 2019. Las exportaciones chinas a Estados Unidos cayeron del 21% al 13%, mientras que las de México aumentaron de 13% a 15%, convirtiéndose en el principal exportador a Estados Unidos. Con su retórica anti-China, tan fuerte como siempre, pueden esperarse resultados similares.
A medida que Estados Unidos se aleja de gran parte del mundo, mantener un comercio abierto con México para preservar la competitividad tiene sentido estratégico. La inflación que subió durante la administración Biden contribuyó a la reciente victoria de Trump, y el imponer aranceles a su vecino del sur sólo alimentaría otro aumento de precios a medida que los costos en Estados Unidos suban.
A diferencia de China, México importa la gran mayoría de sus productos de Estados Unidos, por lo que el impacto neto en el empleo estadounidense de reducir importaciones mexicanas es relativamente modesto. Y, en definitiva, desestabilizar la economía de México impulsaría la inmigración y la inflación, dos factores clave del éxito de Trump.
Además, una presidencia de Trump probablemente lleve (al menos en el corto plazo) a una economía estadounidense más fuerte, con impuestos más bajos y mayores déficits. En la mañana de su victoria, los mercados bursátiles en Estados Unidos subieron fuertemente y los rendimientos de los bonos aumentaron. Una economía en rápido crecimiento y con inflación al alza puede provocar escasez de mano de obra puede hacer que el comercio con México sea aún más importante al generarse demanda de importaciones mexicanas, incluso si suben los aranceles.
Con los contrapesos internos de México debilitados por el Plan-C, también existe la esperanza de que una administración fuerte en Estados Unidos actúe como un contrapeso más efectivo que con una administración de Harris. Aunque un Trump aislacionista puede no preocuparse mucho por la política interna de México, podría usar su influencia comercial para presionar a México a abrir mercados en energía y agricultura y, por supuesto, a combatir con mayor eficacia el narcotráfico.
La postura de Trump de limitar la inversión china en México y las reexportaciones a Estados Unidos probablemente no tengan un gran impacto. La inversión china en México sigue siendo pequeña — sólo representa alrededor del 1% de la IED total. La presidenta Sheinbaum ha mostrado preferencia por alinearse con América del Norte sobre los BRICS y la Secretaría de Economía ya colabora activamente con empresas estadounidenses para reemplazar importaciones chinas con insumos regionales. Un T-MEC renovado con mayores reglas de origen de América del Norte no sería un problema importante para México.
Aunque actualmente el foco está en lo que la presidencia de Trump significa para México, no se debe olvidar que los mayores desafíos del país siguen estando en manos de su propio gobierno: hacer a México más productivo, mejorar el estado de derecho, reducir la inseguridad y lograr sostenibilidad fiscal. Si bien una presidencia de Trump trae riesgos adicionales y algunas oportunidades, los verdaderos retos están en casa. Enfocarse solo en lo que Trump significa para México es una distracción.
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Nota del editor: Damian Fraser es fundador y director general de Miranda Partners. De 2011 a 2018 se desempeñó como director general de UBS México; previamente, fue jefe de Equities y Research para América Latina en la misma firma de servicios financieros desde 1998. Posee la certificación CFA y cuenta con una Maestría en Administración Pública de Harvard University y una Licenciatura en Economía y Filosofía de Oxford University. Ha escrito varios artículos y ensayos sobre FinTechs, SOFIPOs y bancos regulados, explorando sus oportunidades y desafíos en México. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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