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La nueva realidad ‘tecnoeconómica’

La automatización y la inteligencia artificial seguirán avanzando, con o sin nuestra intervención. La pregunta no es si debemos usarlas, sino cómo.
jue 13 febrero 2025 06:00 AM
La nueva realidad 'tecnoeconómica'
El futuro no está escrito. Está en manos de quienes comprendan que la innovación debe servir a la humanidad, no dominarla, considera Juan Carlos Chávez.

Detengámonos un momento a pensar: ¿qué estamos haciendo y por qué? La carrera por conquistar la economía y las tecnologías más avanzadas se ha intensificado globalmente. En 2024, la inversión en inteligencia artificial y automatización ha crecido un 30 % en Estados Unidos y China, mientras que Europa busca regular su impacto en la economía. Pero, más allá de la competencia por la innovación, surge una pregunta fundamental: ¿para qué queremos ese poder?

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Desde su origen, la vida ha demostrado un impulso por resistir y prevalecer en un entorno entrópico que todo lo dispersa y transforma. Para sobrevivir, ha desarrollado una estrategia de competencia individualista que ha funcionado muy bien hasta ahora: la configuración genética está diseñada para promover las características fisiológicas y tendencias de comportamiento que favorecen la supervivencia y reproducción del gen mismo. Como documentó Richard Dawkins en El gen egoísta, la competencia desarrolla fortalezas individuales que, en última instancia, significan fortaleza para todo el sistema.

Sin embargo, desde el origen de las civilizaciones humanas, una sola especie ha obtenido demasiada ventaja, y los comportamientos individualistas se han tornado autodestructivos. En síntesis, el homo sapiens ha dominado el campo evolutivo gracias al desarrollo de sus facultades racionales y creativas, las cuales le han permitido diseñar tecnologías privilegiadas. Entre estas técnicas complementarias para la supervivencia encontramos desde piedras y palos afilados hasta algoritmos digitales que simulan nuestros procesos neurales racionales y creativos, comúnmente llamados inteligencia artificial.

Las culturas también han surgido como herramientas suprainstintivas de supervivencia que han resultado en estructuras sociales organizadas, sumando fortalezas en equipo. Una de sus manifestaciones más exitosas son los sistemas económicos. La economía y la tecnología, entonces, no son fenómenos aislados, sino expresiones de una inercia biológica más profunda. Consecuentemente, estos sistemas avanzan de manera interdependiente: a mayores recursos, mayor desarrollo tecnológico y viceversa.

El mayor riesgo no es la tecnología en sí, sino el olvido del propósito original: la competencia individualista existe por el bien del todo, pero si se descontrola, puede derivar en una autodestrucción definitiva. Las tensiones geopolíticas actuales lo evidencian. El proteccionismo y el nacionalismo están en ascenso. Según el Banco Mundial, las restricciones comerciales han aumentado un 40% en los últimos cinco años, y los megapresupuestos en desarrollo tecnológico están redefiniendo el poder global. En los próximos años, veremos un crecimiento en las medidas arancelarias y una carrera por anexar bienes y territorios estratégicos. Grandes naciones compiten por la supremacía tecnológica, lo que redefinirá el orden mundial.

Pero la naturaleza nos ha dotado de una capacidad que apenas estamos empezando a comprender y abrazar: la empatía. La cooperación ha sido tan clave en nuestra evolución como la competencia. Aunque hemos perfeccionado la lucha por la supervivencia a través de herramientas económicas y tecnológicas, es imprescindible que el propósito final de estos sistemas siga siendo el bienestar colectivo.

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Hoy más que nunca, la información y el pensamiento crítico son esenciales para la estabilidad global. La automatización y la inteligencia artificial seguirán avanzando, con o sin nuestra intervención. La pregunta no es si debemos usarlas, sino cómo. Como individuos, comunidades y sociedades, debemos comprender e integrar estas herramientas sin perder de vista el propósito que motoriza esta majestuosa maquinaria: proteger la vida en equipo.

La nueva realidad ‘tecnoeconómica’ puede ser una fuente de poder benéfica con posibilidades inimaginables y no una condena irreparable. El futuro no está escrito. Está en manos de quienes comprendan que la innovación debe servir a la humanidad, no dominarla.

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Nota del editor: Juan Carlos Chávez es Profesor de Creatividad y Etología Económica en el Sistema UP/IPADE y autor de los libros Homo Creativus (2024), Biointeligencia Estratégica (2023), Inteligencia Creativa (2022), Multi-Ser en busca de sentido (2021), Psico-Marketing (2020) y Creatividad: el arma más poderosa del Mundo (2019). Es director de www.G-8D.com Agencia de Comunicación Creativa y consultor de empresas nacionales y transnacionales. Encuentra sus libros en Amazon y síguelo en Facebook , Instagram y LinkedIn .

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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