Desde los inicios de la humanidad, la lucha por establecer lo que otros creen ha sido imperante porque significa un inmenso poder. Desde sus niveles más fundamentales, los sistemas de creencias que forjan nuestro entendimiento son estructuras dinámicas que se edifican con base en lo que experimentamos personalmente y lo que se nos comunica culturalmente por otros.
La Inteligencia Artificial transformará lo que creemos en 2025
La Inteligencia Artificial ha logrado la hazaña de generar videos hiperrealistas indistinguibles de la realidad al alcance de cualquiera.
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Este ímpetu siguió, durante miles de años, un patrón relativamente constante: las religiones y la política dictaban aquello que se consideraba correcto o incorrecto creer. Adicionalmente, a partir de la revolución industrial, los medios de comunicación masiva se integraron como actores principales en la ecuación; algunos grupos empoderados reconocieron que repetir un mensaje muchas veces a muchas personas era sumamente efectivo para impulsar comportamientos colectivos.
Solo hasta hace poco, en la década de los años 2000, este monopolio oligárquico en control de la modulación de la opinión pública comenzó a fragmentarse con la llegada de las Redes Sociales. Durante los últimos 20 años, los contenidos desarrollados por individuos, levantando su propia voz, han tenido injerencia en aquello que todos pensamos.
Este último fenómeno se ilustra bien cuando consideramos que un comprador contemporáneo confía más en la opinión de un tercero desconocido que en aquello que tiene que decir la propia empresa que ofrece productos o servicios; es decir, los testimonios de otras personas han sido piezas clave para determinar lo que juzgamos conveniente.
En este contexto, tendemos a creer lo que otros seres humanos como nosotros piensan, porque nos proyectamos en ellos y los ubicamos en la misma categoría que nosotros. Por esta razón, la práctica de pagar a creadores de contenido por recomendar productos o servicios ha sido una táctica creciente en la estrategia comercial, lo cual parece ser muy eficiente, aunque la mayoría sabemos que se trata de opiniones sesgadas. Por ejemplo, en una investigación, en el que se analizó el pago a creadores de contenido, Sokolova y Kefi (2020) encontraron que recompensar a “influencers” para ofrecer testimonios aumentó hasta en un 27% la intención de compra y en un 35% la notoriedad de marca en un periodo de seis meses. Además, el estudio evidenció que la percepción de autenticidad de los testimonios pagados influía positivamente en la fidelidad del consumidor, lo cual impactaba directamente en la probabilidad de recompra.
En general, el aumento de jugadores en los medios de comunicación ha tenido efectos positivos porque ha sumado la potencia de muchas mentes para ampliar la perspectiva individual y colectiva, tal como lo hace una democracia bien establecida. Aún así, también ha tenido consecuencias adversas como el inicio de un paradigma de posverdad en el que tenemos acceso a tanta información que es muy difícil identificar qué es verdad o favorable.
Sin embargo, en el inicio del año 2025 se vislumbra un nuevo orden en el horizonte.
La Inteligencia Artificial ha logrado la hazaña de generar videos hiperrealistas indistinguibles de la realidad al alcance de cualquiera. Esto parece una habilidad curiosa y trivial, pero significa una disrupción profunda en las estructuras sociales.
Por un lado, la industria del entretenimiento ya no necesitará de actores ni de filmación en sitio, en el corto y mediano plazo, con lo cual bajarán drásticamente los costos de producción y el mundo del cine tendrá una nueva era. Por otro lado, en un plano psicosociocultural más trascendente, ya no tendremos oportunidad de saber qué es real y qué no lo es en el mundo digital, por lo que muy probablemente veremos una revaloración muy significativa de las interacciones comunitarias y las relaciones humanas directas.
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En otras palabras, los sistemas de confianza regresarán a ser principalmente formados por grupos pequeños con influencia local. Posiblemente, dichas organizaciones se formarán con ayuda de herramientas digitales y no digitales, cohesionados por diversos temas de interés.
Esto significará una reestructura fundamental no solo en la industria del entretenimiento, sino también en los bienes raíces, mercadotecnia y básicamente en todas las construcciones económicas y políticas actuales.
Concluyo subrayando enfáticamente que esto no significa que lo que está por venir es algo bueno o malo per se. En cambio, se abre la posibilidad de utilizar estas herramientas con fines tanto positivos como negativos. El pensamiento crítico, el involucramiento inteligente de cada uno de nosotros, será clave para formar un futuro brillante.
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Nota del editor: Juan Carlos Chávez es Profesor de Creatividad y Etología Económica en el Sistema UP/IPADE y autor de los libros Homo Creativus (2024), Biointeligencia Estratégica (2023), Inteligencia Creativa (2022), Multi-Ser en busca de sentido (2021), Psico-Marketing (2020) y Creatividad: el arma más poderosa del Mundo (2019). Es director de www.G-8D.com Agencia de Comunicación Creativa y consultor de empresas nacionales y transnacionales. Encuentra sus libros en Amazon y síguelo en Facebook , Instagram y LinkedIn .
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