México no se encontró en la lista de aranceles recíprocos anunciada por el gobierno de Donald Trump. Aranceles que se aplicarán en respuesta a lo que él llama prácticas comerciales injustas y no equitativas. Aunque, esto se puede percibir como un trato preferencial hacia nuestro país, sería un error por parte nuestra dejar de atender aquellos temas internos que impiden nuestro desarrollo. Nuestro país debe seguir trabajando, por ejemplo, en el fomento a la inversión, la reducción de la economía informal y el combate a la inseguridad.
Aranceles y diversificación comercial

Pero ¿cuál es el escenario al que nos enfrentamos? Actualmente, ya pagamos 25% sobre el acero, aluminio y productos manufacturados con dichos materiales; junto con un mismo arancel sobre el contenido no estadounidense en vehículos producidos en nuestro país. Recordemos, además, que seguimos bajo la sombra de la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional, con potenciales aranceles del 25% por temas de la migración ilegal y tráfico de drogas. Ahora bien, en mi opinión y coincidiendo con muchos analistas, la prudencia mostrada por el gobierno mexicano, en cuanto a no reaccionar y aplicar medidas espejo, ha sido positiva y, por ende, pudiera seguir dándonos un buen margen de negociación en el futuro.
Con el anuncio hecho el pasado 2 de abril, aparentemente el presidente Trump honró el T-MEC. Tratado que firmó él mismo en su primer mandato. Los productos que cumplen con sus reglas (aproximadamente 48% de las exportaciones totales de México hacia Estados Unidos) seguirán recibiendo un trato preferente, mientras que los que no lo cumplen estarán sujetos a un arancel del 12%. En este sentido, la respuesta de aquellos exportadores mexicanos que busquen esquivar estos aranceles deberá ser necesariamente alinearse a los estándares de contenido regional establecidos en el tratado.
Ante este contexto, que puede hacer nuestro país para maximizar las muchas o pocas ventajas de tener una profunda integración económica con nuestro vecino del norte. En principio, y por simple lógica, no deberíamos distanciarnos demasiado de nuestro socio de quien obtenemos alrededor de 80 centavos por cada peso que exportamos y quien es la mayor economía del planeta.
En 2024, México obtuvo 512,569 millones de dólares por exportaciones hacia Estados Unidos. De hecho, estas crecieron 4.5% contra 2023. No obstante, para tener clara la relevancia de nuestra relación comercial, el segundo lugar al que se envían nuestros productos fue Canadá con un monto total de 18,906 millones, y en tercer lugar está China con 9,937 millones.
Sin embargo, hay que reconocer que la incertidumbre que genera la posible y futura aplicación de aranceles por parte de Estados Unidos a nuestro país seguirá deteniendo las decisiones de inversión y gasto, afectando el empleo y por ende el crecimiento de nuestro país. Más aún, podemos recibir un efecto colateral en caso de que la economía estadounidense empiece a ralentizarse durante 2025 debido al nuevo tono de su política comercial.
Por tal motivo, considero que debería estar en nuestro interés ampliar el número de socios comerciales y/o consolidar los múltiples tratados de libre comercio que hoy tenemos vigentes. Hoy en día, nuestro país cuenta con al menos 14 tratados de libre comercio, en donde están involucrados 52 países. Por dar un ejemplo, en enero de 2025 concluyeron las negociaciones para actualizar el Tratado de Libre Comercio entre México y la Unión Europea (TLCUEM) y, si este es ratificado por los parlamentos correspondientes, podría entrará en vigor el capítulo de comercio entre los años 2026 y 2027. Otro ejemplo es el acercamiento con Corea del Sur. Estos acuerdos de alguna manera podrían balancear nuestra dependencia con Estados Unidos.
Tenemos entonces que hallar el correcto equilibrio entre aprovechar al máximo las ventajas que nos da estar integrados al mercado de América del Norte y una sana diversificación de nuestras exportaciones. Esta estrategia, en mi opinión, se presenta como una buena alternativa; sobre todo, porque resulta muy complicado hacer crecer nuestra economía sobre la base de acuerdos que expiran, incertidumbre económica y amenazas constantes.
Por supuesto que esto no contradice el hecho de que debemos seguir cooperando con Estados Unidos para frenar la migración ilegal, el tráfico del fentanilo y de armas. Temas sin duda importantes en nuestra relación bilateral y que seguirán siendo una pieza más en el tablero de las negociaciones.
Por último, lograr una sana diversificación de nuestro comercio internacional solo se potenciará si en México se garantiza un clima de negocios propicio para que el sector privado (nacional y extranjero) invierta en nuestro país. La diversificación, y a la postre el crecimiento económico nacional, depende de que exista (en la medida de lo posible) certidumbre en las condiciones económicas, financieras y jurídicas. Solo así es posible fortalecer nuestro mercado interno e incrementar las inversiones en rubros claves como la energía, la conectividad y la infraestructura hídrica. Además, esto nos ayudaría frente a la futura renegociación del T-MEC en 2026.
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Nota del editor: Roberto Ballinez es Director Ejecutivo Sr. de Finanzas Públicas e Infraestructura de HR Ratings. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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