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Orgullo LGBTQIA+, reconocer, resistir y representar

Reconocer la diversidad sexual y de género es fundamental para entender que todas las personas somos diversas y que, a partir de esas diferencias, cuestionamos, aprendemos y crecemos.
vie 08 agosto 2025 06:00 AM
Apostar por la diversidad y la inclusión para aumentar la competitividad laboral
Representar va más allá de ocupar espacios visibles; es la oportunidad de mostrar que las personas LGBTQIA+ estamos presentes en todos los ámbitos: académico, empresarial, familiar, político y cultural, apunta Karla Urriola Gonzalez.

Este año marca un momento crucial en la conversación sobre la visibilidad de la diversidad sexual. Durante las últimas décadas, las empresas se han sumado a la causa, vistiendo sus marcas con los colores del arcoíris y participando en marchas donde no solo la comunidad LGBTQIA+ estaba presente, sino también personas aliadas que salían a tomar las calles. Lo que preocupaba en aquellos tiempos era que esta visibilidad se limitara a una sola vez al año, generando un fenómeno conocido como rainbow washing.

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Sin embargo, el 2025 ha estado marcado por discursos y acciones polarizantes, especialmente en países como Estados Unidos, Inglaterra y otros. Se han cuestionado derechos adquiridos, han surgido discursos lgbtfóbicos generado dudas sobre el futuro de la inclusión y la diversidad.

Para ponerlo en perspectiva, en estos países se han cerrado espacios institucionales que durante años brindaban atención en temas de salud mental a jóvenes LGBTQIA+, se ha declarado la inexistencia de las identidades trans, y se han fortalecido narrativas heteronormativas sobre lo que implica ser mujer, además de aumentar las agresiones hacia personas con identidades y orientaciones disidentes.

México no está exento de estas tensiones. Aunque el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reporta, en su estudio del 2021, que más de 5 millones de personas en el país —es decir, el 5.1 % de la población de 15 años o más— se identifican como parte de la población LGBTQIA+, la experiencia cotidiana sigue marcada por la discriminación. Las tres entidades con mayor población LGBT son el Estado de México, Ciudad de México y Veracruz, lo que habla de una comunidad amplia y diversa, aunque muchas veces no reconocida.

Ante este escenario, ¿qué ha pasado en el resto del mundo? Se han vivido momentos de miedo, silencios, cautela y preocupación, pero también han surgido voces valientes que se niegan a ceder un solo paso.

Mi propuesta es que, en un año tan desafiante, marcado por la vulnerabilidad y la falta de respeto a los derechos humanos para las poblaciones históricamente discriminadas, estas tres coordenadas —Reconocer, Resistir y Representar— sean las que nos guíen no solo durante el mes del orgullo, sino en la vida cotidiana.

Reconocer la diversidad sexual y de género es fundamental para entender que todas las personas somos diversas y que, a partir de esas diferencias, cuestionamos, aprendemos y crecemos. Este reconocimiento implica aceptar que la sexualidad y la identidad de género no son simples etiquetas, sino expresiones de la experiencia humana.

Además, reconocer la diversidad implica también aceptar que las estructuras sociales tradicionales, que han impuesto normas rígidas sobre cómo debemos ser, amar y expresarnos, deben ser cuestionadas y transformadas. Solo así podremos avanzar en derribar prejuicios y estereotipos hacia una convivencia más inclusiva, respetuosa y equitativa.

Resistir implica defender los derechos alcanzados y rechazar cualquier retroceso. Este año, en particular, las marchas en nuestro país han dejado claro que la igualdad y la dignidad no son negociables.

Esa misma resistencia también debe reflejarse en el día a día. La Encuesta sobre la Salud Mental de las Juventudes LGBTQ+ en México, realizada en 2024 a más de 10 mil jóvenes, reveló que más de la mitad consideró atentar contra su vida, y una de cada tres personas lo intentó.

El panorama es aún más alarmante entre juventudes trans y no binarias, donde dos de cada tres han tenido pensamientos suicidas, y casi la mitad ha intentado quitarse la vida; además, el 77 % señaló que el rechazo familiar fue una causa directa, y el 60 % lo vinculó con un ambiente escolar hostil.

La resistencia también implica construir alianzas con otros movimientos sociales que luchan contra la desigualdad y la exclusión, porque la defensa de los derechos LGBTQIA+ está ligada a la lucha por la justicia social.

Representar va más allá de ocupar espacios visibles; es la oportunidad de mostrar que las personas LGBTQIA+ estamos presentes en todos los ámbitos: académico, empresarial, familiar, político y cultural. Esta visibilidad es fundamental para que jóvenes y adultos LGBTQIA+ puedan encontrar referentes, fortalecer su autoestima, bienestar en su salud mental y vivir con orgullo.

A pesar de ello, esa posibilidad aún no es una realidad para muchas personas, ya que de acuerdo con la misma encuesta, menos del 22 % de las juventudes LGBTQ+ reporta sentirse plenamente aceptada en su hogar, y solo un 34 % experimentó aceptación cuando compartió su identidad por primera vez. No basta con hablar de “salir del clóset” como un acto de valentía o condena; es momento para que cada persona tenga las mejores condiciones para que pueda alzar la voz sin miedo, a mostrarse tal como es.

En un momento donde la exclusión y la violencia siguen siendo una amenaza, la visibilidad se convierte en un acto de resistencia y esperanza.

La representación plural da lugar a que se escuchen todas las voces dentro de la comunidad LGBTQIA+, incluyendo a personas no binarias, trans, intersexuales y racializadas, para construir una narrativa diversa e interseccional.

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El Orgullo LGBTQIA+ no es solo una celebración anual, sino un llamado permanente a reconocer la diversidad, resistir la exclusión y representar el orgullo de ser tú. Solo así podremos avanzar hacia una sociedad donde todas las personas podamos vivir con dignidad, libertad y respeto.

Ante este panorama, el papel de las universidades no puede ser más importante. Como espacio formativo, crítico y de apertura al pensamiento, las instituciones de educación superior tienen la responsabilidad de abrir caminos hacia la reflexión, el respeto y la inclusión. Ser parte de una comunidad universitaria implica tener la libertad de expresarse auténticamente, con dignidad y sin miedo.

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Nota del editor: Karla Urriola Gonzalez es Líder de la Dirección de Igualdad inclusión y pertenencia del Tec de Monterrey. Psicóloga, sexóloga clínica y educativa. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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