Publicidad
Publicidad

Un Paquete Económico 2026 con márgenes fiscales estrechos

Hacienda plantea metas optimistas, con una visión más realista que años anteriores al reconocer un complejo entorno económico resultado de la incierta revisión del T-MEC y los aranceles de Trump.
vie 19 septiembre 2025 06:04 AM
Édgar Amador Zamora, secretario de Hacienda, entrega el Paquete Económico 2026
La propuesta del Paquete Económico 2026 fue entregado por el secretario de Hacienda, Édgar Amador Zamora (centro), al Congreso.

La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) presentó el nuevo Paquete Económico 2026 . Hacienda plantea un crecimiento del PIB de entre 1.8% y 2.8%, un gasto público superior a 10 billones de pesos (+9.7% respecto a 2025) e ingresos totales por 8.7 billones (+6.3% frente a 2025).

En general Hacienda plantea metas optimistas, pero con una visión más realista que años anteriores, al reconocer un complejo entorno económico resultado de la incierta revisión del T-MEC en 2026 y la política arancelaria del presidente Donald Trump.

Publicidad

Ingresos insuficientes y fuertes presiones de gasto

En el paquete 2026 , el gobierno federal reafirma su compromiso con la estabilidad macroeconómica al establecer niveles manejables de endeudamiento. No obstante, la trayectoria hacia la consolidación fiscal será más lenta de lo previsto: mientras hace un año se estimaba un déficit de -3.2% del PIB, ahora se proyecta en -4.1% para 2026. De esta forma, la administración de Sheinbaum busca preservar la confianza de los mercados financieros y de las agencias calificadoras, tras los excesos fiscales heredados de 2024.

En materia de ingresos, Hacienda estima ingresos por 8.7 billones (34% del PIB) que, frente a lo aprobado en 2025, luce realista. A diferencia de años previos, sin embargo, el gobierno propone elevar impuestos en algunos productos para cubrir sus necesidades de gasto. Entre ellos destacan los ajustes a la Ley Aduanera, al Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) aplicable a bebidas azucaradas, cigarros, videojuegos y apuestas, así como cambios a las contribuciones que realizan los bancos al Instituto de Protección al Ahorro Bancario (IPAB) y aranceles a más de 1,400 mercancías de diversos sectores.

Por el lado del gasto, el gobierno deberá enfrentar crecientes presiones derivadas de un elevado servicio de la deuda, una inusual carga financiera de Pemex que el gobierno federal ha decidido absorber, mayores montos de gasto pensionario, así como la expansión de los programas sociales. En consecuencia, la mayoría de los rubros presentan modestos crecimientos y algunos, incluso, registran recortes significativos, lo que evidencia la estrategia de esta administración: privilegiar la política social a costa de otros sectores estratégicos.

Los apoyos sociales derivados de programas heredados de la administración anterior, junto con los impulsados por la presidenta Sheinbaum —como el Programa de Apoyo a Mujeres y la Beca Universal de Educación Básica—, alcanzarán 926,000 millones de pesos. La Pensión para Adultos Mayores llegará a 526,000 millones de pesos, una cifra nueve veces superior a la de 2018.

No obstante, el plan de austeridad se mantiene como sello de la administración, con ajustes generalizados para la mayoría de las secretarías y órganos autónomos.

En materia de infraestructura, si bien se proyecta un incremento de 10% en la inversión física —destinada a proyectos ferroviarios, carreteras y caminos—, ésta se mantiene por debajo de los niveles observados en 2018. Esto ocurre en un escenario en el que el gobierno federal plantea la ejecución de grandes obras de inversión, pero con un margen presupuestal cada vez más estrecho para atender las múltiples demandas del desarrollo nacional.

Implicaciones

Estas tendencias difícilmente cambiarán en lo que resta del sexenio, en tanto que las presiones de gasto se acentuarán por factores demográficos, a la vez que los ingresos crecerán tan sólo inercialmente mientras el gobierno mantenga su convicción de no llevar a cabo una reforma fiscal.

Publicidad

En el plano político, la administración ha decidido blindar sus programas sociales, consolidar los proyectos ferroviarios de pasajeros y rescatar a Pemex. Esta estrategia ha implicado recortes y limitaciones en otras áreas de alta relevancia —como seguridad, salud, medio ambiente e infraestructura local— en aras de preservar la agenda presidencial.

Frente a esta estrategia, persiste la duda respecto a cómo se financiará el ambicioso plan de gobierno en energía e infraestructura, además de las crecientes necesidades que enfrenta el país en materia de salud y educación.

En síntesis, la actual administración enfrenta el dilema de mantener a toda costa su proyecto político anclado en las transferencias sociales sin comprometer la estabilidad fiscal del país. Por ahora, ha optado por recortar otros rubros del presupuesto para dicho propósito, pero con implicaciones para la calidad de los servicios públicos que otorga el Estado mexicano.

____

Nota del editor: Daniel García es consultor especializado en asuntos económicos y financieros en Integralia (@Integralia_mx). Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

Publicidad

Newsletter

Únete a nuestra comunidad. Te mandaremos una selección de nuestras historias.

Publicidad

Publicidad