Cada noviembre, el Buen Fin se ha convertido en un termómetro de la economía mexicana, pero también, en un espejo de cómo consumimos y cómo operan las empresas que nos venden. Este año, más allá de las cifras y los descuentos, me quedo con una conclusión: ver mejor es vender mejor.
Después del Buen Fin: ver mejor para vender mejor
Durante estos días, he visitado tiendas, centros de distribución y pequeños comercios. Todos enfrentan el mismo reto: cumplirle a un cliente que ya no tiene paciencia. Quiere encontrar el producto que vio en línea, recibirlo cuando se prometió y vivir una experiencia sin tropiezos. Parece obvio, pero en la práctica eso exige una coordinación casi perfecta entre lo físico y lo digital.
He trabajado muchos años cerca del retail, y puedo decir que el Buen Fin ya no es una carrera por bajar precios, sino una prueba de precisión. Los consumidores no perdonan la falta de información: si una tienda promete algo que no puede entregar, la conversación se traslada en segundos a las redes sociales. En un mundo tan competitivo, la confianza se ha vuelto el nuevo capital.
Del instinto al dato
Antes, los comercios confiaban en la experiencia de su personal o en su “olfato” para anticipar qué se vendería más. Hoy, eso ya no basta. Las empresas que realmente triunfan son las que tienen la capacidad de ver en tiempo real lo que está pasando: cuántos productos quedan, dónde están, qué demanda crece y cuál se detiene. No se trata de tecnificar el negocio por moda, sino de tomar decisiones sustentadas y menos impulsivas, de pasar del instinto al dato. El gran cambio no lo está provocando la tecnología, sino la forma de pensar. Una mentalidad que asume que la improvisación no es estrategia, y que la información no sirve si no se comparte y se utiliza.
Lee más
El reto cultural
Lo más difícil no es adoptar nuevas herramientas, sino cambiar hábitos. Todavía escucho a muchos empresarios decir “mi negocio no necesita eso”, cuando en realidad todos necesitamos entender mejor nuestro entorno. Ser digital no es tener una app; es ser consciente de que lo que no se ve, no se controla. Y en estos días de Buen Fin, eso se vuelve evidente.
Lo mismo aplica para el trabajo interno: cuando los equipos cuentan con información clara, trabajan con menos estrés y más confianza. Saber dónde está el producto o qué pedido tiene prioridad no es un lujo, es lo que permite que todo fluya.
Un cambio de visión
El Buen Fin de este año nos deja una enseñanza: la venta rápida ya no es suficiente si no viene acompañada de claridad y coherencia. El consumidor mexicano está más informado y conectado que nunca. No busca solo precio, sino cumplimiento. Por eso creo que la visibilidad no es un asunto tecnológico, sino de responsabilidad. Ver mejor significa prometer con precisión. Significa respetar el tiempo de las personas, dentro y fuera de la empresa.
El Buen Fin termina, pero su lección permanecerá: la visibilidad ya no es una ventaja competitiva, es una condición básica para sobrevivir. Las empresas que aprendan a mirar con claridad —a sus clientes, a sus procesos y a sus equipos— serán las que construyan relaciones más duraderas.
Porque al final no se trata de vender más, sino de vender mejor. Y eso solo se logra cuando se ve mejor.
_____
Nota del editor: Ernesto Hernández es Gerente General de Zebra Technologies México. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión