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El nuevo tratado

En tanto no existan acuerdos básicos y mínimos en materia de seguridad y certeza jurídica, lo demás no puede discutirse, ni acordarse de manera seria.
vie 05 diciembre 2025 06:07 AM
¿Por qué la energía está otra vez en boca de todos antes del T-MEC? Pemex y CFE 'calientan' el debate
Si el gobierno no es piñata, los mexicanos menos. Sabremos señalar a quienes quieran mantener prebendas y privilegios aferrándose al poder, así como a aquellos que nos traten de dar jarabe de palo, o bien, vueltas con los ojos vendados, considera Gabriel Reyes Orona. (wildpixel/Getty Images/iStockphoto)

Lo dijimos hace un año, el inefable T-MEC será sustituido; y hace meses, que no sería trilateral. Ebrard sigue pensando que ha hecho avances sustanciales, cuando es claro que el anuncio hecho por Trump lo devuelve a la casilla 0. En la ronda anterior, el vecino del norte dejó claro que no reconoce a México como parte de Norteamérica. Nuestros bisoños negociadores menospreciaron un asunto de fondo, como si fuera de forma. Resulta absurdo que un tratado no refiera en su nombre la materia que rige, sino la identidad de quienes lo firman. Si no pudieron argüir esto, menos podían encarar aquel embate. Washington puso lo que quiso, y, aun así, quienes participaron en el tongo se dicen orgullosos de haber sido pisoteados.

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Mal haría el gobierno en turno en incorporar a tales personajes, y peor, en pensar que el Secretario de Economía tiene la preparación para conducir la negociación. Al país no le queda de otra, formalmente, él, junto con De la Fuente, que pasó del gris a la invisibilidad, tendrán la última palabra; es decir, serán voceros de angora. Si no queremos perder en lo comercial, algo equiparable a lo que en el siglo XIX perdimos gracias a López de Santa Anna, es preciso que quienes se sienten a la mesa conozcan los detalles de los distintos aspectos que involucra la ronda. Quienes conducen el sector agrario no hicieron sino dejarnos claro que la burocracia de escritorio sólo nos lleva a terrenos peligrosos. Terrible es la ignorancia investida con fuero. Una negociación, como la que fallidamente sostuvo la Secretaría de Gobernación con los campesinos, sería trágica.

Si bien en el pasado los abogados tuvieron una función de apoyo instrumental, ahora tendrán que pasar a otra posición, ya que el capítulo eje o central, será uno nuevo, uno que contenga los acuerdos en materia de estado de derecho y justicia. Por ahí, debe comenzar, para luego terminar, la revisión de la agenda bilateral. Una vez escrito ese apartado, es posible sentarse a definir los mecanismos de composición y arreglo de diferencias en aplicación del tratado. Una vez terminada esa etapa, y, sólo entonces, se puede discutir asunto por asunto.

Es inútil hablar de inversión, si no existe claridad en cuanto a las salvaguardas que ésta tiene, máxime, cuando hay varios casos que hacen evidente que, en materia jurídica, hemos vuelto al tiempo de las cavernas. En tanto no existan acuerdos básicos y mínimos en materia de seguridad y certeza jurídica, lo demás no puede discutirse, ni acordarse de manera seria. Cerrado tal capítulo, sin corchetes, ni excusas, tiene sentido el establecer las nuevas rutas que seguirá la relación comercial. Esa, en la que el sector privado todo pone, y cada vez recibe menos.

Por primera vez, se aprecia que el equipo de empresarios que integra el nuevo grupo asesor es de primer nivel, y no de gerentes o segundones. Fueron y vinieron fotos en el pasado, dónde personajes sin capacidad de decisión adornaban las mesas en las que se lanzaban planes y programas de rescate de la economía nacional. Todos fallaron. Las cámaras y confederaciones son encabezadas por empleados, dado que no han sido capaces de integrar a los formadores de nuestros mercados en sus órganos directivos, por lo que habrá que ser creativo en la forma en que los dueños del capital acompañan el delicado proceso. Pueden empezar por tirar por la borda los planes hasta ahora propalados, y, por compasión, retirar la penosa campaña neosovietica de lo hecho en México. No sólo carece de una métrica armónica, sino que carece de mensaje y contundencia, es un vulgar refrito, el cual supongo les salió gratis.

A diferencia de México, el gobierno estadunidense ha privilegiado, desde siempre, la participación de importantes juristas en la negociación del tratado, ello suplía la carencia de nuestra representación, la cual, se componía de parlanchines políticos y burócratas, distinguidos sólo por un superficial conocimiento del tema, espetado arrogantemente.

Algunos de los que ahora se venden como expertos en la materia tuvieron su primer, y última, experiencia en el ramo, gracias a la imprudencia de Peña Nieto. No estamos para errores de diciembre, ni de ningún otro mes, es de esperar que busquen a los que realmente conocen el aparato productivo nacional. Afortunadamente, al haber traído a la mesa a los puntales del empresariado, ellos llegarán con equipos que no improvisan, y saben lo que es rendir cuenta y resultados, no de vivir del presupuesto. Seguramente fortalecerán nuestra postura, no tienen que armar caballeros a los desempleados funcionarios del pasado.

Aspectos que también tendrán importantes cambios serán los monetarios, primero, porque Trump ha mermado la capacidad de acción de la Fed, al apostar a las ahora conocidas como monedas estables. Ha sentado a la mesa a importantes instituciones financieras, coordinadas éstas, por JP Morgan, sí, tal y como lo hicieron en aquella crisis del 29. Acá, salvo que se trate de preparar martinis y otros cocteles, no se ve que la Junta de Gobierno de Banxico vaya a tener el nivel para sentarse a discutir lo que debe ser el nuevo acuerdo monetario, ese, que sustituirá al de Bretton Woods.

Ojalá que tampoco llamen a Carstens ni a Sales, que mucho tuvieron que ver con ese lamentable error de diciembre. Supieron cobijarse en la tormenta a la sombra de sus jefes, pero definitivamente fueron ellos los que meneaban el pandero en aquellos aciagos tiempos. Sus aventurados análisis nos llevaron a la más severa crisis financiera que el país haya enfrentado. Sin duda, en México, hay economistas que pueden ayudar a la Secretaría de Economía, ante la impreparación en el tema de su titular, pero ya hay que dejarse de costosas ideologías y ramplones lemas de campaña. Los de siempre, han acreditado que sólo son buenos para dar discursos y comprar premios a modo.

Los grandes bancos de inversión, en esta ocasión, no podrán ser consultores del Gobierno Federal, ya que tienen fierros propios en la parrilla, por elemental ética, tendrán que abstenerse y no alegar que pueden erigir barreras chinas. Lo real, es que en este debate tomarán partido y no será el de los clientes. Los tan renombrados despachos legales neoyorkinos tendrán la oportunidad de emitir abultadas facturas, pero, esperemos de este lado se designen abogados internos, o externos, que sepan seguirles el paso, no se trata de que lleven a aprender a los recién llegados, sino que los que ayuden estén ahí por lo que saben, y no por lo que quieran aprender.

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Hay que tener particular cuidado de no llevar encubiertos defensores de las causas chinas, disfrazados de tricolor. Allá rápido los detectarán y sólo nos hará quedar mal. La agenda debe ser transparente, inclusiva y ajena a las bajezas que aquí se venden como grandeza, empezando por entender que los subsidios y demás espejitos del asistencialismo local, no pasan la prueba de la risa. La competencia desleal será severamente atacada, así que, debemos retomar el camino que adopta verdaderas medidas oficiales propicias al desarrollo, dejando de poner en riesgo la viabilidad del comercio exterior con baratijas electoreras.

Si el gobierno no es piñata, los mexicanos menos. Sabremos señalar a quienes quieran mantener prebendas y privilegios aferrándose al poder, así como a aquellos que nos traten de dar jarabe de palo, o bien, vueltas con los ojos vendados. El sector público no acusa recibo de los palos, pero la población ya no siente lo duro, sino lo tupido.

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Nota del editor: Gabriel Reyes es exprocurador fiscal de la Federación. Fue prosecretario de la Junta de Gobierno de Banxico y de la Comisión de Cambios, y miembro de las juntas de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores y de la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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