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La IA vino a exponerte

La IA democratizó la creación de contenido. Pero democratizar no significa nivelar. Significa que ahora todos pueden crear, y por lo tanto, los que realmente piensan destacan más.
mié 24 diciembre 2025 07:05 AM
Un tercio de los empleos en Latinoamérica está en riesgo por la IA, según estudio
La IA no castiga la falta de talento; castiga la falta de intención. Y eso aplica igual para personas, empresas y equipos completos, apunta Sergio F. Esquivel. (iStock)

Durante años hemos repetido la misma pregunta como si fuera un fantasma inevitable: “¿La Inteligencia Artificial (IA) nos va a quitar el trabajo?”. La escucho en foros, en juntas, en conferencias, en pasillos de oficinas. Y siempre siento que estamos mirando hacia el lugar equivocado. Porque lo que la IA realmente está haciendo no es reemplazar a nadie… es revelar a todos.

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Y eso duele más.
Lo veo cada semana con equipos enteros.

Abrimos una herramienta, damos una instrucción clara, dejamos que genere ideas, textos, análisis. Y en ese momento aparece la incomodidad. La gente no se sorprende porque la IA escribió “mejor”. Se sorprende porque la IA dejó al descubierto que ellos nunca habían tenido claridad. La herramienta solo mostró lo que ya estaba ahí: confusión, dependencia, improvisación.

La IA no te sustituye.
Te exhibe.

Y lo curioso es que expone tanto lo bueno como lo malo. Si eres alguien que piensa con intención, te vuelve más fuerte. Si te escondías detrás de procesos obsoletos, te deja sin escondite. Por eso digo que la IA no compite contigo; compite con tus hábitos. Y si tus hábitos eran débiles, la IA los amplifica.

También expone tu voz.
O la ausencia de ella.

En el mundo de la marca personal, esta es la parte que más incomoda. Durante mucho tiempo pudiste esconderte detrás del logo de tu empresa, detrás de tu puesto, detrás de tus certificaciones. Hoy eso ya no alcanza. La gente quiere saber quién eres tú. No tu empresa: tú.

Tu criterio.
Tu forma de explicar las cosas.
Tu manera de ver el mundo.

Y la IA aceleró esa expectativa porque ahora todos tienen acceso a las mismas herramientas. Lo único que realmente te diferencia ya no es la calidad del contenido (la IA lo puede generar), sino la autenticidad de tu criterio (eso no puede copiarlo).

Lo mismo pasa con las empresas.

Muchos directores dudan cuando digo esto, pero es cierto: tu proyecto, tu marca, tu negocio, ya no compiten “por posicionarse en Google”. Compiten por ser visibles en un ecosistema gobernado por IA. Un ecosistema donde los algoritmos organizan lo que vemos, lo que descubrimos, lo que creemos y hasta lo que consideramos confiable.

No compites por palabras clave.
Compites por señales humanas.

Y esas señales se ven en tu forma de comunicar, en la coherencia entre lo que dices y lo que publicas, en la manera en que respondes, en la frecuencia con la que apareces. La IA no castiga la falta de talento; castiga la falta de intención. Y eso aplica igual para personas, empresas y equipos completos.

En estrategia digital, este cambio es brutal.
No se trata de producir más.
Se trata de pensar mejor.

Antes podías sobrevivir con textos medianos, con publicaciones rápidas, con un contenido cada dos semanas. Hoy esas prácticas no solo son insuficientes… son contraproducentes. Los algoritmos tienen memoria. Aprenden de tu comportamiento. Evalúan consistencia. Detectan silencios. Y si tu presencia digital no tiene estructura, tu reputación tampoco.

La IA democratizó la creación de contenido. Pero democratizar no significa nivelar. Significa que ahora todos pueden crear, y por lo tanto, los que realmente piensan destacan más.

La claridad resuena.
La ambigüedad se hunde.

Y lo que viene hará este contraste aún más visible. La IA se va a meter en todo. En la forma en que buscamos información, en cómo descubrimos contenido, en cómo compramos, en cómo elegimos a quién escuchar. Los asistentes de IA pronto serán el primer filtro para todo: recomendaciones, profesionales, marcas, servicios.

Lo que no se muestra, no existe.
Lo que no se entiende, no se recomienda.
Lo que no conecta, no permanece.

Por eso esta conversación no es tecnológica. Es profundamente humana. Tiene que ver con identidad profesional, con propósito, con claridad interna. Con decidir si quieres ser visible en un mundo donde la visibilidad ya no es opcional.

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La IA no vino a quitarte el trabajo.
Vino a ponerte luz.

Y esa luz no miente.
Te muestra.
Así como estás.

Lo incómodo es que, en el fondo, esa imagen ya la conocías.
Solo que ahora ya no se puede ignorar.

La buena noticia es que también puede mostrar lo mejor de ti… si empiezas a construirlo con intención.

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Nota del editor: Sergio F. Esquivel es Estratega Digital. Síguelo en @sergiofesquivel Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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