En 2024, el 78% de las organizaciones ya reportaba usar IA; un año antes era el 55%. Y el uso de IA generativa en funciones de negocio saltó de 33% a 71% (Maslej et al., 2025). Ese ritmo sugiere algo simple: cuando una tecnología se vuelve cotidiana, deja de ser “innovación” y pasa a ser infraestructura. En 2026, la ventaja no será “tener IA”. Será tener inteligencia: la capacidad de decidir bien, rápido y con consecuencias asumidas.
10 predicciones para 2026: robots y la revolución de la inteligencia
La primera predicción es directa: los agentes de IA ocuparán cargos y responsabilidades en distintos niveles. No serán asistentes simpáticos, sino ejecutores de procesos. McKinsey reporta que 23% de las organizaciones ya está escalando sistemas agentivos y 39% está experimentando (McKinsey & Company, 2025).
Por eso viene la segunda: nacerán estructuras multiagente parecidas a jerarquías de Recursos Humanos. Un “manager” algorítmico coordinará agentes especialistas: compras, finanzas, cumplimiento, ventas. ¿Y el humano? Se moverá hacia donde la máquina falla: contexto, criterio, negociación ética, y definición de prioridades. Delegaremos como nunca; y por eso necesitaremos gobernanza como nunca.
La tercera predicción vuelve visible lo anterior: los agentes ganarán presencia física. La robótica industrial ya está en escala: en 2024 se instalaron 542,076 robots industriales en el mundo y el stock operativo llegó a 4,663,698; México instaló 5,594 (International Federation of Robotics, 2025). Además, la robótica “humanoide” empieza a salir del video y entrar a planta: BMW comunicó pruebas del humanoide Figure 02 en producción (BMW Group, 2024), y Figure AI reportó métricas operativas en un despliegue prolongado (Figure AI, 2025). En 2026 veremos robots en más contextos profesionales, y algunos personales, no por moda, sino por retorno: menos accidentes, más continuidad, más capacidad instalada.
Ese retorno alimenta la cuarta predicción: surgirán nuevos jugadores “pequeños”, incluso de una sola persona, con estructuras de IA potentes. Aquí el tamaño deja de ser nómina y se vuelve apalancamiento. La inversión acompaña: en 2024, la inversión privada en IA en EE. UU. fue 109.1 mil millones de dólares y la inversión global en IA generativa alcanzó 33.9 mil millones (Maslej et al., 2025). Y ya hay evidencia de productividad: en un estudio con 5,172 agentes de soporte, el acceso a un asistente conversacional elevó la productividad 15% en promedio (Brynjolfsson et al., 2025). Un individuo con agentes bien diseñados puede operar como “equipo” completo. Eso reescribe la competencia en prácticamente todas las industrias.
La quinta predicción es social: las estructuras tradicionales resistirán para proteger el status quo. Parte será regulación; parte será cultura; parte será miedo. En Europa, el AI Act ya tiene calendario: entró en vigor en 2024 y será plenamente aplicable el 2 de agosto de 2026 (European Commission, 2024).
La sexta predicción es la otra cara: aumentará la potencia de quien integre bien estas tecnologías. Habrá organizaciones que multipliquen su capacidad y otras que se vuelvan lentas, ruidosas y burocráticas. La brecha no será de “software”, sino de decisión.
La séptima predicción es la más esperanzadora: veremos avances científico-filosóficos inéditos con colaboración humano-máquina. AlphaFold 3 amplía la predicción de interacciones biomoleculares (Abramson et al., 2024), y se ha observado una aceleración medible en estructuras depositadas por usuarios (Nature, 2025).
La octava: la computación cuántica acaparará foco mediático porque empieza a verse una ruta técnica más clara. Google publicó resultados relevantes en corrección de errores (Acharya et al., 2025) e IBM plantea una trayectoria hacia sistemas tolerantes a fallas (IBM, 2025). En 2026, “cuántica” se dirá más en salas de juntas, aunque su impacto sea aún selectivo.
La novena predicción es incómoda: se consolidará el debate del “sueldo universal” o ingresos garantizados como amortiguador social. No es teoría: hay iniciativas y pilotos que ya se contabilizan a escala (Economic Security Project, s. f.). Entre resistencia laboral y automatización, el incentivo político por “estabilidad” crecerá.
Y ahora, la predicción central: se generará una necesidad inédita por inteligencia dentro de las organizaciones. La Revolución de la Inteligencia no trata de comprar herramientas, sino de elevar el pensamiento. En 2026, el recurso escaso no será la tecnología. Será el criterio. Y el futuro pertenecerá a quien lo convierta en cultura.
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Nota del editor: Juan Carlos Chávez es Profesor de Creatividad y Etología Económica en el sistema UP/IPADE y autor de los libros Sistema 3: La Mente Creativa (2025), Homo Creativus (2024), Biointeligencia Estratégica (2023), Inteligencia Creativa (2022), Multi-Ser en busca de sentido (2021), Psico-Marketing (2020) y Creatividad: el arma más poderosa del Mundo (2019). Es director de www.G-8D.com Agencia de Comunicación Creativa y consultor de empresas nacionales y transnacionales. Encuentra sus libros en Amazon y síguelo en Facebook , Instagram , YouTube y LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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