La autocorrección en los teléfonos, ¿negativa para nuestro cerebro?
CIUDAD DE MÉXICO (Expansión).- Hace algunos días platicaba con varios conocidos sobre la autocorrección que hacen los teléfonos y tabletas a la hora de escribir y coincidimos en que, a pesar de ahorrar tiempo (sobre todo a la hora de dictar), pocos usuarios se detenían a revisar la ortografía de los mensajes.
La tendencia en torno a estas habilidades lingüísticas ha provocado que muchos especialistas investiguen las consecuencias en el uso de teléfonos y tabletas, sobre todo en niños y adolescentes, sin embargo, las consecuencias de este uso excesivo también han impactado a los adultos.
Amanda Céspedes, neuropsiquiatra infantil y juvenil, indica en una ponencia en la Universidad de Chile que el asunto es complejo, sobre todo en niños menores a los 10 años, pues “a esa edad se están desarrollando velozmente las diversas funciones cerebrales al servicio de la comunicación interpersonal. Las tecnologías digitales están cambiando el cerebro y la mente de los chicos”, afirma la especialista.
Por su parte el Dr. Gerardo Sierra, jefe del Grupo de ingeniería lingüística de la Universidad Nacional Autónoma de México, afirma que una de las primeras impresiones que tuvo al momento de desarrollar estas nuevas formas de comunicación fue preguntarse si estaba haciendo un gran bien o un gran mal en la aplicación de estas tecnologías del lenguaje.
“Juan Manuel Torres y yo platicábamos si estábamos haciendo bien, pues ¿realmente estamos ayudando? Porque al final estamos facilitando tanto la vida que estamos quitando la habilidad de leer y escribir. Y es una pregunta general en torno a la Inteligencia Artificial, y sobre el por qué y qué tanto está afectando a la población tanta ayuda”, precisa Sierra en entrevista con Expansión.
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De acuerdo a Céspedes, el procesamiento de la información es tan veloz y de superficie que sacrifica lo elaborado, lo lento. Está por encima de la profundidad de las ideas, del desacuerdo con fundamentos que hacía nacer la discusión en un marco de respeto y que es plasmado solamente en las conversaciones de sobremesa, los juegos de salón, el debate.
“La búsqueda de la información es más rápida, antes posiblemente leíamos en forma secuencial, ahora ya no, ahora ya saltamos la información y empezamos a ver lo que nos llama la atención, qué noticias nos son más relevantes. Nuestra atención va de un tema a otro”, señala el Dr. Sierra, quien trabaja en el Laboratorio de Ingeniería Lingüística desarrollando distintos proyectos sobre tecnologías de la información.
Las tecnologías del lenguaje se han convertido en un gran aliado del confort que proporcionan los equipos portátiles y entre más se usan los smartphones más facilidades otorgan al usuario.
Si usas un patrón de lenguaje, de forma constante, el equipo lo detectará y escribirá más rápido un mensaje, sin embargo las consecuencias por tener un uso excesivo de este tipo de tecnologías podrían devenir en problemas en las habilidades sociolingüísticas de los usuarios.
Principalmente en usuarios jóvenes que deben desarrollar y perfeccionar sus herramientas gramaticales y sintácticas el problema puede provocar que a la hora de escribir sin este tipo de equipos tengan problemas que podrían considerarse “básicos”.
Además “el dilema es que si el niño, adolescente o adulto pasa largas horas frente a una pantalla, el sistema de gratificación se hiperactiva y se desencadena una conducta adictiva, pues el cerebro comienza a necesitar dopamina. La pregunta de fondo es ¿por qué un niño o un adolescente —o un adulto— no puede apagar la pantalla para sumergirse en la vida real? La respuesta es: porque la vida real es ingrata. Es una evasión”, afirma Céspedes en entrevista con la Universidad de Chile.
Finalmente, el avance que han tenido las tecnologías del lenguaje ha sido muy refinado “hoy ya puedes tener corrección ortográfica, gramatical o de concordancia y esto es una evolución significativa que seguirá mejorando, pues las empresas de tecnología y las investigaciones siguen haciendo alianzas”, argumenta el Dr. Sierra.