“Por muchos años impulsé a los profesores a adoptar la tecnología, pero estaban temerosos de que mientras más crecieran estas herramientas, ellos perderían valor”, platica en entrevista. Pero esta idea es errónea —añade—, pues mientras los alumnos ocuparon sus computadoras para tomar clases, tanto ellos como los padres de familia se dieron cuenta del verdadero valor de los maestros como guías del aprendizaje.
En este sentido, el ejecutivo resalta que el rol del profesor se ha adaptado a las dinámicas que esta transición obligó implementar y si bien el salón de clases se mantuvo intacto, los procesos no. Esto causó que el uso de recursos digitales pasara de ser algo ocasional a una constante significativa que deberá permanecer en el regreso a las aulas.
“Necesitamos ser más propositivos en torno a cómo usamos la tecnología para la educación”, comenta Salcito, quien destaca que a través de ella los estudiantes se mantienen conectados, pero también deben aprovecharla durante el tiempo cara a cara. Es decir, “cómo complementaremos los proyectos físicos con la tecnología”, reflexiona.
A pesar de que el regreso a la normalidad aún no es cercano, el especialista dice haber sido testigo de una evolución en el aprendizaje de los alumnos. “En el inicio de la pandemia fue algo complejo de adoptar, porque los estudiantes sólo se mantenían frente a la pantalla, pero con el tiempo los maestros implementaron dinámicas para que los estudiantes jugaran, exploraran, trabajaran de manera independiente y después mostraran sus descubrimientos y así es como la escuela está evolucionando”, cuenta.
Por otra parte, la influencia de la tecnología, explica Salcito, no impactará únicamente en el horario de clases, pues con estos recursos también es posible entender cómo aprende cada uno de los alumnos y revisar detalladamente los progresos que logran.