Otra forma de cuidar la privacidad al ingresar una contraseña en un sitio web es por medio de crear un “hash” que cifra el texto para protegerlo en cierto grado y lo almacena junto con el nombre del usuario en una base de datos. Pero, cuando los atacantes entran en esa base de datos, a menudo pueden averiguar la contraseña de texto sin cifrar a partir del hash.
Ante este contexto, investigadores de IBM han generado nuevas técnicas a partir de criptografía para aumentar la privacidad. Un ejemplo de esto son los nuevos protocolos que utilizan Oblivious Pseudo-Random Functions (OPRF), es decir, técnicas matemáticas que permiten una forma más segura de verificar que una contraseña coincide con su codificación en la base de datos.
Con dicha herramienta, a diferencia de TLS, el cálculo de la codificación se realiza sin revelar la contraseña al proveedor de servicios de internet, por lo que se puede garantizar un mayor rango de seguridad.
Por otra parte, la autenticación de inicio de sesión único (SSO, por sus siglas en inglés), es una forma muy popular para ingresar a sitios web y muchos de ellos confían en este estándar, pues ofrecen la posibilidad de iniciar sesión a través de una cuenta personal de redes sociales.