Ahora, para que los CEO incrementen sus probabilidades de éxito en la aplicación de su estrategia de ciberseguridad recomendamos que sigan las 4P:
a) Principio. La ciberseguridad debe estar en la lista de prioridades. El nivel de inversión en este rubro debe ser directamente proporcional al nivel de prioridad que representa para la empresa. Esto es, si la ciberseguridad se encuentra en un tercer nivel de riesgo, debe estar en un tercer nivel de inversión. Abrir una brecha entre estos factores genera riesgos importantes.
b) Público. Contratar a las personas adecuadas es primordial, pero consideremos las necesidades de presupuesto que garantizarán un buen desempeño del área.
c) Priorización. Detectar las operaciones o áreas primordiales de la empresa permite proteger “las joyas de la corona”; todo aquello que es crucial para el funcionamiento del negocio. Esta priorización permite, incluso, generar inversiones más efectivas.
d) Percepción. La cercanía entre el CISO y el director general –cuando se solicitan, por ejemplo, métricas accionables– permite conocer periódicamente la evolución del estado de la ciberseguridad en la empresa y ubicar puntos ciegos que podrían representar un riesgo.
Los desafíos no se detendrán. A la misma velocidad que avanza la tecnología avanzan los riesgos cibernéticos. Sin embargo, las empresas deben adecuarse y estar preparadas para nuevos retos derivados, por ejemplo, del uso de nubes híbridas y modelos de trabajo híbridos con dispositivos y redes diversas.
Las organizaciones deberán tener estrategias efectivas que les permitan ser preventivas y no esperar el ataque para defenderse.
Nota del editor: Fernando Román es Socio de Cybersecurity & Privacy Services y Juan Carlos Carrillo es Director de Cybersecurity, Privacy & Forensic Services, ambos en PwC México. Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a los autores.
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