Algunas de ellas fueron puestas en lista de espera, mientras que otras participaron de la conversación. Durante su puesta en función, el chatbot ofreció ocho pláticas sobre temas relacionados con imagen corporal y alimentación saludable. Además, alentó a las participantes a tener un par de conversaciones por semana.
Tras tres y seis meses de sesiones, las mujeres que hablaron con el bot tuvieron una mayor disminución en las preocupaciones sobre su peso y cuerpo, lo cual ha sido identificado como un factor de riesgo para desarrollar un trastorno alimentario.
Otro de los hallazgos de la investigación es que las participantes tenían menos probabilidades de desarrollar un trastorno alimentario clínico al final de los seis meses que las mujeres en el grupo de lista de espera, según el estudio publicado en la revista International Journal of Eating Disorders.
“Esto podría tener un gran impacto en la salud pública si podemos seguir encontrando formas de difundirlo ampliamente”, dijo Fitzsimmons-Craft, quien consideró que estas herramientas se pueden integrar a las pruebas de las asociaciones especializadas o universidades.