Luz con inteligencia … ¿emocional?
Tras comprar la patente de Woodward y Evans, Tomás Alva Edison perfeccionó la bombilla en 1880 con un filamento de bambú carbonatado que llegaba a las 600 horas de duración. Fue gracias a esto que nació el primer modelo realmente comercial.
Pero fue 79 años después que el inventor y empresario estadounidense, Joel Spira, creó y patentó el primer atenuador de luz para los hogares. Gracias a esto, fundó la compañía Lutron Electronics.
Los atenuadores también son conocidos como dímeros o reguladores, y sirven para regular la energía en uno o múltiples focos con el fin de variar la intensidad de la luz que emiten.
Desde entonces, la industria de las luces evolucionó. En 1962 se inventaron las luces led hasta llegar a los focos inteligentes con los que contamos hoy en día, que te permiten modificar todas las características de la luz.
“Algo curioso era que la luz incandescente, la de bombillo, si tenía la característica de que cuando la subías de intensidad era más fría y cuando la bajabas era más cálida. Pero al momento de revolucionar la parte de las luces leds se pierde ese concepto y se convierte en una luz estática”, compartió Carlos Vazquez, líder de arquitectura en Lutron Electronics.
¿Cómo influye la luz en nuestras emociones?
La luz cuenta con tres principales cualidades en relación con el color: brillo, saturación y matiz.
El brillo es la cantidad de luz emitida, generalmente expresada en lúmenes o lux. De acuerdo con la manufacturera de luz TCP , las luces más brillantes pueden intensificar las emociones, mientras que las luces más tenues las mantienen estables.
La saturación es la intensidad de un color. Los tonos más saturados pueden tener efectos amplificadores en las emociones, mientras que los colores apagados pueden amortiguarlas.
Por otro lado, el matiz se puede definir como el color o el tono y, psicológicamente, es la característica más importante. Los colores creados por la luz artificial también pueden evocar diferentes emociones y tener efectos en el cuerpo.
- Luz azul o blanca: Da energía y puede interrumpir los patrones de sueño si se expone a la hora de acostarse, debido a que suprime los niveles de melatonina. Esto porque las células del cerebro tienden a ser las más sensibles a las longitudes de onda azules.
- Luz roja/ámbar: Es el tono de luz menos probable a afectar los relojes internos. En la noche, puede ayudar a aumentar la secreción de melatonina, lo que permite dormir mejor por la noche.
Luces más prácticas
“Los diseñadores hoy en día deben de considerar la luz como un factor muy importante en sus diseños, y no solamente como encendidos y apagados. Nuestro principal principal competidor es el switch on - off. Es como tener un estéreo sin la pantalla de volúmen”, compartió Vázques.
En ese sentido, la iluminación decorativa también es un factor a considerar en el diseño de espacios. “¿Qué pasa cuando tienes un acabado de mármol divino y quieres que la gente voltee hacia allá? El diseñador tiene que pensar en diseños más verticales que horizontales y que puedan lucir ciertos detalles. Jugar con esa estrategia es importante”, complementó.
Otra cuestión que Vázques recomendó tomar en cuenta es la posición de los módulos de control de la luz. En la actualidad, las luces inteligentes las puedes controlar desde el celular o con un asistente de voz, pero no por eso se puede prescindir de las botoneras. ¿Qué tal si pierdes el teléfono, se te acaba la pila o se va el internet?
Por último, este control de luces y la posibilidad de transformarlas abre la posibilidad de las luces de señalamiento. Por ejemplo, en una oficina, en lugar de apagar las luces por completo en la noche, se pueden poner en tonos azules para indicar que esa área debe ser sanitizada, o rojas para indicar que fue un área donde se expusieron personas con COVID-19.
