En una zona de desastre, si no hay comunicación, significa otro desastre. No se pueden llamar ambulancias, ni alertar a los seres queridos que uno está a salvo o que necesita ayuda.
Este fue el caso de Acapulco, que el pasado 24 de octubre, fue azotado por la fuerza titánica del huracán Otis, catalogado en nivel 5 y como uno de los fenómenos naturales más atroces de los últimos años que haya tocado tierra en México.
Dentro del caos que dejó este evento natural fue la destrucción de las telecomunicaciones. Las empresas como Telmex, Izzi, Totalplay, AT&T, Megacable, Telefónica, Telcel, Altán Redes y operadores más pequeños reportaron caídas de torres, antenas y afectaciones en el cableado de fibra óptica por la la ruptura de postes de energía de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). La entidad quedó prácticamente a oscuras y desconectada del mundo.
“Antes de que entrara el huracán alcancé a mandar un mensaje a mi hermano para decirle dónde estaba, pero le pedí que no le dijera nada a mi mamá para no angustiarla. Después de eso se fue la luz, el internet, los datos y entonces la desconexión total, yo calculo que por 12 horas”, cuenta Martha , víctima del huracán.
Martha fue solo una de las 504,340 personas que se vieron afectadas por el fenómeno natural, de acuerdo con datos de la CFE, que representan 36.7% de los usuarios totales en Guerrero. “En todo Acapulco no quedó un poste de pie de las líneas de la Comisión Federal de Electricidad, muy impactante”, dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador en su conferencia matutina.
“Una vez más quedó demostrado que la telefonía es un sistema comercial para comunicar a familias, amigos y empresas, pero no sirve para comunicar a los cuerpos de seguridad y de emergencia”, apuntó David Ludeña, subdirector de Teltronic México.