'The World in Faces': Retratos de personas de todo el mundo

El proyecto del fotógrafo ruso Alexander Khimushin tiene un fuerte mensaje social que busca mostrar nuestra humanidad común.
Hombre de la tribu bodi. Hana Mursi, Etiopía El fotógrafo Alexander Khimushin nació en Rusia; ha estado viajando por el mundo desde hace nueve años y toma retratos de la gente que conoce en el camino. (Foto: Alexander Khimushin/Cortesía)

"Las personas que viven al otro lado del mundo son los mismos humanos que los que viven al lado", dice el fotógrafo

.

Este viajero nacido en Rusia ha dedicado los pasados nueve años a recorrer el mundo; ha visitado los rincones más remotos de la Tierra con la intención de fotografiar a la gente que conoce en el camino.

El proyecto

de Khimushin, que difunde en su sitio web y en redes sociales, celebra la belleza, la diversidad y la humanidad común de la gente de todo el mundo.

"Desde el principio era un deseo no tanto de ver todas

como hechas por el hombre, sino de aprender sobre este mundo desde adentro, sumergiéndome en la realidad circundante, como si probara la vida de la gente de otros países", dijo Khimushin a CNN Travel.

De viaje

"A pesar de todas las diferencias políticas, religiosas, culturales y raciales, la gente común a la que conocí en mis viajes es universalmente amable y hospitalaria", cuenta.

Este fotógrafo nació y creció en Yakutsk, en el extremo este de Rusia, uno de los rincones más remotos y más fríos de la Tierra. Más tarde se mudó a Australia, pero la sed de aventura y el deseo de viajar a otros lugares remotos siempre lo acompañó.

Un día, empacó sus pertenencias y se volvió explorador de tiempo completo. Ha viajado por el mundo desde entonces.

Tras años de viajar, le llegó la inspiración para The World in Faces.

La obra de Khimushin tiene el objeto de destacar culturas a las que no siempre se les da publicidad.

"Desde el primer día de viaje, mi compañera constante fue una cámara", recuerda Khimushin. "Más tarde, mientras revisaba mis archivos fotográficos, decidí recopilar una serie de retratos. Cuando el trabajo quedó terminado, tuve frente a mí unas 200 [fotografías] de gente de diferentes partes del mundo".

Khimushin quedó sorprendido por el efecto de los retratos. La inspiración para su proyecto empezó a tomar forma.

"Al ver sus rostros empezaron a surgir los momentos brillantes e inolvidables en los que nos conocimos", cuenta. "Esa transformación que ocurrió en mí, a través de conocer a estas personas, evolucionó y se volvió un deseo de seguir tomando fotos de gente de todo el mundo, de conocer pueblos con la belleza y la diversidad de la gente de los rincones más remotos de nuestro planeta".

Fotografiar al mundo

Khimushin piensa que a sus modelos usualmente les gusta participar.

Los retratos impresionantes y llamativos de Khimushin no solo documentan las prendas tradicionales, las costumbres y la cultura, sino que capturan la personalidad única del modelo.

A veces la persona está a punto de carcajearse… otras veces parecen más solemnes y cautivan al espectador con la mirada. Aunque su historia sigue siendo desconocida, a las fotografías les sobra carácter.

Khimushin dice que prefiere fotografiar a gente de sitios remotos. "La gente local siempre es genuinamente cálida en estos sitios", cuenta. "Como aún no les llega la globalización, les da gusto encontrarse a un desconocido, invitarme a su casa… les interesa quién soy y de dónde vengo. Cuando explico el significado de mi visita, muchos se muestran dispuestos a ayudar e invitan a amigos y familiares a tomarse una foto".

Este fotógrafo también pretende mostrar culturas y formas de vida que su público tal vez no conozca. "Los pueblos indígenas están orgullosos de su cultura, que usualmente es poco conocida o ignorada", señala. "Desafortunadamente, en muchos casos estos grupos minoritarios indígenas están al borde de la extinción por varias razones".

Éxito internacional

La obra, que Khimushin difunde en

y en , ya tiene un nutrido séquito.

"Mi historia se volvió viral a lo largo del año pasado y se ha difundido en todo el mundo… eso habría sido sencillamente inimaginable antes", explica.

"También recibo muchos correos electrónicos y mensajes en redes sociales de todas partes del mundo; me agradecen por mi humilde trabajo. Esto, desde luego, me inspira a seguir con el proyecto, así que no lo dejaré".

Espera producir un libro de The World in Faces algún día, pero su máximo objetivo es una exposición, preferentemente en las oficinas centrales de la ONU en Nueva York.

Sus viajes más recientes lo han llevado a algunos de los rincones más remotos de su Siberia natal.

El fotógrafo nació en un lugar remoto: Yakutsk, en Siberia, uno de los lugares más fríos del mundo.

"Me mudé a Australia hace más de 15 años y no he regresado a mi patria en todos estos años", reflexiona.

"Hay más de 10,000 grupos étnicos en nuestro planeta, la vida entera no basta para visitarlos a todos, pero intentaré hacer lo más que pueda".

Humanidad universal

El proyecto de Khimushin también tiene un fuerte mensaje social: el fotógrafo quiere que sus imágenes muestren nuestra humanidad común.

"Contrario a lo que oímos constantemente hoy en día sobre nuestras diferencias, tal vez para mí el mayor descubrimiento haya sido que, a pesar de todas las diferencias políticas, religiosas, culturales y raciales, la gente común a la que conocí en mis viajes es universalmente amable y hospitalaria, siempre está lista para ayudar en un momento difícil", cuenta.

"En vez de pelear y odiarnos por cualquier razón, deberíamos admirar nuestra diversidad, respetar a la gente sin importar su etnia, su religión o su cultura".

"Debemos aprender a vivir en paz y armonía, porque no hay otra forma para la humanidad".