Lugares para dormir una siesta en horario laboral aumentan en Nueva York
Los habitantes de Nueva York necesitan recargar baterías y no solo lo hacen con un espresso o bebidas energéticas, cada vez más neoyorquinos prefieren dormir una breve siesta en su horario de trabajo.
En Nueva York y otras grandes ciudades de Estados Unidos surgen cada vez más lugares donde es posible pagar para dormir la siesta.
Uno de ellos es Nap York, un edificio de tres pisos en pleno Manhattan que abrió hace tres meses y también ofrece yoga, meditación, bebidas y comida saludable en un ambiente silencioso.
Por 12 dólares, es posible alquilar durante media hora una pequeña cabina individual de madera a cualquier hora del día o de la noche.
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A partir de fines de mayo también podrán alquilarse hamacas en el techo para dormir al aire libre.
"Es muy difícil encontrar paz y tranquilidad en Nueva York", dijo a la AFP Stacy Veloric, la directora de marketing de Nap York. "Queremos alojar a todos los neoyorquinos exhaustos".
El precio del mal sueño
Un tercio de los estadounidenses duerme menos de lo que debería, asegura el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos.
Malhumor, baja productividad, problemas para concentrarse, creatividad cero y ausencias: la falta de sueño cuesta a la economía estadounidense hasta 411,000 millones de dólares (mdd) anuales, y el equivalente a 1.2 millones de días laborales al año, asegura un estudio de la Rand Corporation de 2016.
Los trabajadores con largas jornadas, o que viven lejos de Manhattan y quieren hacer una pausa porque en la noche tienen una cena, embarazadas que están agotadas, padres con bebés que han pasado la noche en vela o gente que se fue de fiesta la noche anterior.
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Pensando en la falta de sueño crónica, Christopher Lindholst creó en 2004 MetroNaps, una empresa que diseña "cápsulas de energía" supermodernas donde es posible aislarse para dormir una breve siesta.
Varias fueron instaladas en el Empire State, pero cuando la seguridad del edificio fue reforzada, Lindholst se focalizó en su venta a empresas, universidades, hospitales y aeropuertos.
"En los últimos 15 años la actitud hacia la siesta ha cambiado drásticamente", al punto que Google, la NASA o la Universidad de Maryland han comprado sus energy pods, contó.