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Por qué debes jugar videojuegos con tus hijos

Guiar a nuestros hijos a través de las normas del mundo digital les ayuda a ser comunicadores efectivos y consumidores inteligentes de información, en línea.
dom 24 febrero 2019 07:03 AM

(CNN) – Existe, inevitablemente, una diferencia entre los padres que somos y los padres que creemos que somos. Nos apoyamos en el pasado para darle forma a nuestras decisiones de crianza en el presente. Pero en este mundo que no para de cambiar, ser padres hoy no es como antes.

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En su nuevo libro "The New Childhood: Raising Kids to Thrive in a Connected World" (La nueva infancia: educar en un mundo conectado), Jordan Shapiro explora cómo esta diferencia influye en el tiempo de pantalla de nuestros hijos. Muchos padres se ven a sí mismos como guías responsables para sus hijos. Los ayudamos a tomar buenas decisiones en la escuela, con los amigos y en los deportes. Pero cuando se trata de la vida digital, muchos niños son los amos y señores de su propia nave.

Me declaro culpable. Soy una madre implicada y atenta... salvo cuando mi hijo de 6 años juega videojuegos. Mientras los juegos sean apropiados para su edad, lo dejo jugar lo que le plazca, al tiempo que yo felizmente hago otra cosa durante un par de horas cada fin de semana. El tiempo de calidad, que fortalece lazos y deja lecciones de vida, lo dejamos para luego.

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Pero después de hablar con Shapiro y leer su libro, vi que esto es un error. Según explica, cuantos más aspectos de nuestras vidas se desarrollen en la esfera digital, más necesitamos pasar tiempo de calidad con nuestros hijos también en esa esfera, mostrándoles cómo funcionan las cosas en ese mundo en línea.

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Pero después de hablar con Shapiro y leer su libro, vi que esto es un error. Según explica, cuantos más aspectos de nuestras vidas se desarrollen en la esfera digital, más necesitamos pasar tiempo de calidad con nuestros hijos también en esa esfera, mostrándoles cómo funcionan las cosas en ese mundo en línea.

"Sabemos que la educación sexual centrada solamente en la abstinencia no funciona y crea relaciones sexuales poco saludables. Entonces, ¿por qué adoptamos ese mismo enfoque con el tiempo frente a la pantalla?", se pregunta Shapiro. En lugar de cerrar los ojos al “coco” digital, los padres deben sacarle provecho.

El tiempo de pantalla puede ser tiempo de calidad

Me puse manos a la obra. Cada noche por una semana, durante nuestro espacio de tiempo de calidad, jugamos "Minecraft" juntos, su entretenimiento digital preferido. Entré en este acuerdo completa e intencionalmente ignorante acerca de este juego inmensamente popular.

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Mi primer descubrimiento fue que mi hijo, a pesar de haber jugado durante un par de meses, sabía poco más que yo. "¿Qué has estado haciendo cuando jugabas?", le pregunté con la mayor delicadeza posible después de que no pudo responder una serie de preguntas básicas sobre el juego. "Sólo moviéndome y matando creepers", respondió.

"Minecraft" es un juego estilo caja de arena, donde un jugador es libre de vagar por un mundo virtual en lugar de pasar de un nivel a otro. Claro, hay que moverse mucho y matar a los malos, pero no se reduce a eso. El objetivo más importante es la supervivencia, y la creación y la destrucción son claves para esa supervivencia.

En nuestra primera noche, él golpeó hábilmente algunos creepers y luego se quedó atrapado en una mina. Intentamos escapar a través de la pared, y golpeamos y golpeamos, hasta que la idea de quedarnos atrapados para siempre en esa mina nos abrumó y, juntos, decidimos terminar por el día.

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Durante las siguientes noches, exploramos lentamente. Descubrimos qué botones hacen qué y cómo hacer uso de los diversos materiales que recogimos en este mundo virtual. Cuando él mataba algo, ya fuera un tipo malo o un animal, le preguntaba por qué. Sus respuestas revelaron que no se trataba de agresión sino de comprensión de causa y efecto. "Mira, obtienes cosas", dijo después de matar a una vaca y recibir un pequeño filete pixelado.

Durante las siguientes noches, exploramos lentamente. Descubrimos qué botones hacen qué y cómo hacer uso de los diversos materiales que recogimos en este mundo virtual. Cuando él mataba algo, ya fuera un tipo malo o un animal, le preguntaba por qué. Sus respuestas revelaron que no se trataba de agresión sino de comprensión de causa y efecto. "Mira, obtienes cosas", dijo después de matar a una vaca y recibir un pequeño filete pixelado.

Hacia el final de la semana, le pregunté si quería salir del modo creativo y volver al modo supervivencia, más desafiante. "No, tengo mucho que aprender", respondió.

Pasamos el resto del tiempo trabajando juntos, colaborando con ideas para la estrategia y la resolución de problemas. Hubo momentos en los que me sorprendí mirando mi teléfono, desesperada por sumergirme en mi propio mundo digital. Pero también hubo momentos de placer mutuo, tanto en tiempos de triunfo como en los fracasos. A diferencia del mundo físico, "Minecraft" es igualmente extraño para ambos. Fuimos tanto los guías como los guiados.

Qué pasa cuando jugamos

Como Shapiro explica, en el acto de jugar videojuegos hay muchas oportunidades de educar en temas éticos y morales.

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Los videojuegos, que a menudo implican batalla y sacrificio en nombre de la supervivencia, me dieron la oportunidad de hacerle preguntas morales a mi hijo, como "¿por qué matas a esa vaca?", incluso si no podía responder estas preguntas, sus intentos de responderlas marcaron el primer paso en su comprensión de por qué esas preguntas merecen ser respondidas.

Además, aunque tendemos a asociar los videojuegos con rasgos menos deseables como la adicción y el impulso, tener éxito en ellos también requiere una serie de habilidades importantes para la vida. Uno debe mostrar autorregulación, concentración y la voluntad de aprender y luego seguir las reglas. En un mundo perfecto, estos son conceptos que todos comprendemos antes de la edad adulta.

"Cuanto más juegan, mejor llegan a mediar la tensión entre sus propios deseos lúdicos y los límites que crean un espacio para la diversión", escribe Shapiro en "The New Childhood".

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Por supuesto, podría estar enseñándole todo lo anterior a mi hijo en "el mundo real", pero Shapiro dice que no es lo mismo. Guiar a nuestros hijos a través de las normas del mundo digital les ayuda a ser comunicadores efectivos y consumidores inteligentes de información, en línea. Ya sean videojuegos, YouTube, redes sociales o la próxima novedad en internet, los niños necesitan que los preparemos para lo que probablemente sea un futuro altamente digitalizado.

Por supuesto, podría estar enseñándole todo lo anterior a mi hijo en "el mundo real", pero Shapiro dice que no es lo mismo. Guiar a nuestros hijos a través de las normas del mundo digital les ayuda a ser comunicadores efectivos y consumidores inteligentes de información, en línea. Ya sean videojuegos, YouTube, redes sociales o la próxima novedad en internet, los niños necesitan que los preparemos para lo que probablemente sea un futuro altamente digitalizado.

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Incluso a la temprana edad de 6 años, mi hijo ya estaba tomando decisiones sobre su vida digital por su cuenta, a través de su elección de videojuegos. Podría haber encontrado su camino hacia juegos que azuzaran menos el pensamiento y fueran más indecentes que "Minecraft".

"Es una necesidad económica y cívica ayudar a los niños en línea", dijo Shapiro, expresando su esperanza de que a la próxima generación se le enseñen habilidades digitales, como detectar las diferencias entre noticias reales y noticias falsas. "Les enseñamos modales para la vida en el patio de recreo, y también debemos enseñarles modales para la vida en línea".

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¿Veo un largo futuro de noches de videojuegos madre/hijo por delante? Realmente no. Puedo enumerar al menos dos docenas de actividades que hacemos juntos que disfruto más. Pero ya no lo enviaré más al abismo digital por su cuenta.

Seguiré jugando con él videojuegos por los beneficios prácticos y también por los emocionales. Participar en el placer de otra persona, no importa cuán anodino o indescifrable sea el placer para nosotros, es revelador. Aprendemos lo que les apasiona y aprendemos lo que les hace sonreír. Ellos, a cambio, se sienten comprendidos. Esto vale al menos una sesión semanal de videojuegos, o dos por semana, máximo.

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