Adaptarse a la cultura, el reto de los CEO extranjeros
Hace 20 años, Ingo Babrikowski pisó tierras mexicanas con la finalidad de aprender español. Seis meses serían suficientes, pensaba el alemán. Pero conoció a una mexicana, se casó y la estancia se alargó a tres años.
Sin embargo, su deseo de trabajar en Alemania lo llevó a dejar el país y estudiar un MBA en Inglaterra. “Yo quería quedarme en mi país natal, pero, a la mitad de la carrera, Gerd P. Grimm, fundador de Estafeta, me hizo una oferta que no pude rechazar. En 2003 regresé a México y, desde entonces, sigo aquí”, recuerda el CEO de la empresa de mensajería y logística.
Nunca imaginó que emprendería un viaje a lo desconocido. Su cónyuge fue pieza clave en su adaptación a la cultura nacional, pero no lo salvó de enfrentarse a nuevas y extrañas costumbres laborales.
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“Fue un gran choque cultural. (…) El reto más grande para mí fue entender que a los mexicanos les cuesta mucho decirle a un compañero que se ha equivocado. Acostumbran a hablarlo con alguien más para que esa persona se lo comunique. Es muy complicado, sobre todo, si trabajas con directores. ¿Por qué no decirse las ‘netas’?”, se cuestiona el ejecutivo.
A pesar de las dificultades en la adaptación, muchos directivos siguen apostando por México para desarrollarse profesionalmente. El estudio ‘Competencias del Top Management Mexicano 2017’, de Hays México, explica que el incremento en la importación de foráneos se debe a dos factores. Y el primero tiene que ver con los salarios.
“Los sueldos de los directivos locales son altos y el extranjero, regularmente, se adapta a las pretenciones económicas que le ofrecen las empresas a cambio de adquirir experiencia. (…) El mercado mexicano es grande y está en continuo crecimiento, esto les parece atractivo”, señala el documento.
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El segundo factor está relacionado con la escasez de talento nacional, lo que ha provocado, además, una guerra de sueldos.
Olivier Soumah-Mis, director general de la consultora especializada en management cultural del mismo nombre, asegura que parte de este problema radica en que los ejecutivos nacionales de primer nivel también son expatriados. “Hay directivos mexicanos que encuentran mejores oportunidades en el extranjero y dejan el país”, explica.
El valor de los extranjeros
A este tipo de individuos, Eduardo Taylor, socio director de Caldwell Partners México, firma de colocación de ejecutivos, los llama Glocals, por su capacidad de ser globales en todo lo que requiera la organización, pero locales en la forma de hacer las cosas.
La realidad es que para triunfar en otro país se necesita dedicación, abrir la mente y ser tenaz. Entender que no se trata de cambiar al equipo de trabajo, sino de conocerlo y colaborar. De lo contrario, los resultados pueden ser fatales.
“Durante un año tuve una CEO que llegaba llorando a mi oficina porque no lograba que sus colaboradores alcanzaran los niveles de calidad a los que estaba acostumbrada. Y era porque no entendía su forma de trabajo”, dice Soumah-Mis.
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Para evitar estas decepciones, las empresas anfitrionas han implementado programas de coaching para que los foráneos se empapen de la cultura nacional antes de dirigir una compañía. El proceso, que puede durar hasta un año, consta de tres etapas y tiene un costo promedio en el mercado de 300,000 pesos.
La primera fase es una introducción a la vida cotidiana en México, en la que en dos días conocen costumbres y tradiciones y reglas de convivencia y seguridad. Además, se les ofrecen recomendaciones para ‘sobrevivir’ al mundo laboral, como entender que a un mexicano le cuesta decir que no, lo que puede llevar a malentendidos e, incluso, retrasar procesos.
En el segundo bloque, el directivo dedica un par de días a conocer a su equipo. En esta presentación se realizan evaluaciones psicométricas para identificar coincidencias en la personalidad y formas de trabajo. De esta manera es más fácil generar sinergias. En este punto, el expatriado ya está listo para incursionar en el mundo laboral.
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La tercera y última etapa dura entre tres y seis meses y se destina al acompañamiento. El coach se encarga de ofrecer retroalimentación al CEO que, a pesar de ya estar activo en el mercado laboral, tendrá situaciones que se le salgan de control.
Pese a todo, los extranjeros están a gusto con la calidad de vida que les ofrece el país. Según el estudio ‘The Best Places for Expats 2017’, elaborado por InterNations, organización dedicada a conectar expatriados en todo el mundo, México es el tercer mejor país para establecer una residencia, detrás de Bahrein y Costa Rica.
El 14% de los más de 12,500 encuestados de 166 nacionalidades dicen que el país ofrece calidad de vida, es un buen lugar para socializar y ser feliz.
Además, siete de cada 10 está satisfecho con su situación financiera. Babrikowski no puede estar más de acuerdo: “Los primeros días en México tuve muchos sustos, al manejar, al hablar. Pero ahora me encanta, es un país donde todavía hay muchas oportunidades, aquí puedes hacer cosas nuevas, crear y desarrollar empresas. Me interesa que tengo la oportunidad de cambiar las cosas”, afirma.