OPINIÓN: La faceta más peligrosa de Donald Trump
Nota del editor: Ruth Ben-Ghiat es colaboradora frecuente de CNN Opinión y da clases de Historia y Estudios Italianos en la Universidad de Nueva York. Está trabajando en un libro titulado Strongmen: From Mussolini to Trump. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.
(CNN) — A veces, los cambios políticos se dan repentinamente. Despiertas y una junta militar se ha apoderado de tu país o ha ocurrido alguna otra clase de revolución. Pero otras veces el clima cambia poco a poco. Unas cuantas agresiones y luego las cosas se calman. Luego, el ciclo se repite hasta que un día se llega al punto de inflexión y te das cuenta de que tu democracia se convirtió en una autocracia.
Corremos el riesgo de que esto ocurra en Estados Unidos.
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Los primeros 100 días de la presidencia de Trump han sido para él una lección de lo que puede hacer fácilmente y lo que no. Ha recurrido a todas las tácticas del autoritarismo para atacar a los sectores de la sociedad que defienden el valor de las pruebas (el poder judicial, la prensa y los investigadores).
Ha llevado a cabo purgas burocráticas; ha contratado a familiares (quienes se burlan de sus conflictos de intereses); ha acosado a sus críticos en Twitter, y ha incitado un clima de odio hacia ciertos grupos (musulmanes, latinos, inmigrantes y más).
Hasta ahora se han frustrado con éxito muchos de esos ataques. Trump ha enfrentado la oposición significativa y sostenida de la prensa, el poder judicial e incluso facciones de su propio partido a sus programas y métodos, entre ellos el decreto antiinmigrantes y la abrogación y el reemplazo de Obamacare.
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Tanto la participación ciudadana y el activismo político como el financiamiento y el apoyo al periodismo de investigación han crecido exponencialmente en respuesta al peligro para nuestros derechos que él representa.
No obstante, los autoritarios son más peligrosos en estos momentos, cuando se sienten vulnerables. Conforme crezca el escándalo Trump-Rusia, es probable que la Casa Blanca imponga sus proyectos más agresivamente.
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Ciertamente las drogas han sido un tema importante a últimas fechas porque Donald Trump invitó a su homólogo filipino, Rodrigo Duterte (famoso por los asesinatos extrajudiciales de la "guerra contra las drogas" de su régimen y otros abusos a los derechos humanos), a visitar la Casa Blanca.
El cambio político se dejó ver formalmente con la avalancha de decretos que siguieron a la toma de posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos en enero de 2017. El tuit de Kellyanne Conway de ese entonces sigue siendo demasiado relevante. "Acostúmbrense. @POTUS (el presidente de Estados Unidos) es un hombre de acción y de impacto. Si hace una promesa, la cumple. Es una sacudida al sistema. Y apenas está empezando".
Deberíamos empezar a prepararnos para otra ronda de "sacudidas". Trump ha estado enviando señales de que se está preparando para consolidar su poder personal. En una entrevista que dio el viernes 28 de abril a la televisora Fox News, Trump criticó las reglas "arcaicas" de la Cámara de Representantes y del Senado estadounidense y dijo que "tal vez en algún momento tengamos que encargarnos de esas reglas porque por el bien del país, las cosas tienen que ser diferentes".
Su actitud respecto a los obstruccionistas fue la que más llamó la atención de la prensa, pero al hablar de los "conceptos perjudiciales" del actual sistema "arcaico", también mencionó el voto. Tal vez Trump se refería a los procedimientos de voto del Senado… como suele pasar, en este tema dio evasivas.
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En todo caso, cuestionar uno de los indicadores principales de la democracia (permitir que nuestros representantes electos emitan votos en nuestro nombre) debería ser noticia de primera plana.
Al igual que muchos demagogos que lo precedieron, Trump se considera un modernizador que puede "reparar" un sistema averiado. Aparentemente, para él los frenos y los contrapesos están en la misma categoría que los puentes viejos y las fronteras permeables: son cosas que necesitan repararse para poder trabajar eficientemente.
Ian Bassin, exasesor de Barack Obama y director de United to Protect Democracy, organización de supervisión encabezada por exabogados de la Casa Blanca, expertos en Derecho Administrativo y Constitucional, me dijeron que si Trump no se conforma con poner de cabeza las normas democráticas y empieza a cambiar las leyes subyacentes, "el poder que podrá acumular no tendrá límite".
nullTal vez muchas personas se pregunten si el gobierno no funcionaría mejor, de forma más dinámica, si se permitiera que Trump gobierne por decreto, como lo hace en su vida empresarial. Uno de sus partidarios al que el diario estadounidense The Washington Post entrevistó en un mitin en Harrisburg, Pennsylvania, pensaba que sí . "Desearía que no hubiera partidos; simplemente se estancan en la derecha o la izquierda y no se hace nada. (Trump) quiere arreglar cosas". Eso es algo que suena comúnmente entre los partidarios de Trump: déjenlo que llegue y que dirija las cosas "como una empresa".
Pero un sistema que no tiene partidos y que tiene un caudillo al mando tiene un nombre: dictadura.
En cuanto a los otros objetivos principales de Trump, su aliado apasionado, el presidente de la Asociación Nacional del Rifle de Estados Unidos (NRA, por sus siglas en inglés), Wayne LaPierre, los resumió muy bien en el Foro de Líderes de la NRA (en donde Donald Trump también dio un discurso): "Las élites académicas, las élites políticas y las élites de la prensa son las principales amenazas internas para Estados Unidos".
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Mientras la prensa celebraba su adaptabilidad en la Cena de Corresponsales de la Casa Blanca, la Casa Blanca "analizaba" cómo cambiar las leyes constitucionales para restringir la libertad de prensa, de acuerdo con el jefe del gabinete, Reince Priebus. La idea de cambiar las leyes sobre difamación es otro indicio ominoso de que Trump aspira a alcanzar el estatus de caudillo.
Los autoritarios no suelen ser gente generosa, pero nos dan un regalo: nos dicen qué van a hacer antes de que lo hagan, ya sea como intimidación o como desafío. Trump siempre sigue esta regla. En el mitin que se llevó a cabo a finales de abril, recitó la letra de una canción de Al Wilson, que trata sobre una mujer que rescata a una serpiente enferma que la muerde en cuanto se siente mejor.
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Cuando ella protesta, la serpiente sonríe y dice: "Cállate. Sabías bien que era una serpiente antes de que me dieras refugio".
Al igual que la mujer que ayudó a la serpiente, nos lo advirtieron. La democracia no solo muere en la oscuridad, sino que también muere bajo advertencia, a la vista de todos. Trump nos está avisando que tiene la intención de actuar. Depende de nosotros asegurarnos que no tenga éxito.
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