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OPINIÓN. La gran duda de Rusia: ¿cuál es el siguiente paso de Trump?

Tras el despido del director del FBI, la conclusión a la que deben haber llegado en Moscú es que Trump seguirá siendo tan impredecible en su trato con Rusia como lo es en cuanto a política interna.
vie 12 mayo 2017 08:49 AM
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Destituido El presidente Donald Trump despidió al director del FBI, James Comey. (Foto: Kevin Lamarque/REUTERS)

Nota del editor: Keir Giles es miembro asociado del Programa para Rusia y Eurasia de Chatham House. También es director del Centro de Investigaciones para el Estudio de los Conflictos, un grupo de expertos en seguridad eurasiática. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

(CNN) — Mientras el ministro ruso del Exterior, Sergei Lavrov, se preparaba para su reunión del miércoles 10 de mayo con Donald Trump, presidente de Estados Unidos, el despido del director del FBI, James Comey, debió haber provocado que tanto los integrantes del gobierno ruso como del estadounidense se preguntaran exactamente cuál sería el siguiente paso de Trump.

En ese momento, parecía justificado que Rusia se mostrara optimista por la nueva clase de relación que tendría con Estados Unidos al mando de Trump. Sus actos y declaraciones , tanto antes como inmediatamente después de las elecciones, coincidieron con una amplia gama de objetivos políticos que Rusia quería imponer a Estados Unidos desde hace décadas.

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Entre ellas están la reducción de la intervención estadounidense en la seguridad europea, el establecimiento de un espacio de información posverdad al tiempo que se desacredita a la prensa independiente , debilitar a los servicios de inteligencia estadounidenses y lograr que se trate a Rusia como socio de Estados Unidos en igualdad de condiciones… con la posibilidad de llegar a un gran acuerdo sin el consentimiento de los aliados europeos de Estados Unidos.

A través de sus primeros decretos, Trump cumplió incluso los objetivos secundarios, tales como dar la impresión de que Rusia es un mejor amigo del mundo islámico que su implacable enemigo, Estados Unidos.

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Fue totalmente lógico que este sincero respaldo a las metas rusas suscitara dudas en cuanto a los motivos de Trump, sin importar que luego surgieran acusaciones de que tanto el dinero como los compromisos tuvieron que ver para inducirlo a hacer lo que el Kremlin quería.

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No obstante, en este punto la cuestión de si Trump estaba implementando la agenda rusa consciente o inconscientemente era importante, pero irrelevante para el resultado. Fuera como fuera, parecía que Rusia estaba a punto de lograr que Estados Unidos diera marcha atrás significativamente en ciertos ámbitos estratégicos.

Luego ocurrió el ataque con armas químicas en Siria y en consecuencia, Trump decidió enviar un mensaje claro con misiles. Este fue el primer indicio importante de que no se puede confiar en que siempre actuará en beneficio de Rusia.

El despido de Comey podría ser otro revés importante a esta confianza. La conclusión a la que deben haber llegado en Moscú es que Trump seguirá siendo tan impredecible en su trato con Rusia como lo es en cuanto a política interna.

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En esta atmósfera de sospecha era inevitable que el despido de Comey se tomara como un nuevo intento por obstruir las investigaciones sobre sus propios lazos con Rusia. Además, es cierto que Rusia puede aprobar el resultado: sembrar más discordia y consternación en las dependencias estadounidenses que se esfuerzan por contrarrestar los actos hostiles de Rusia hacia Estados Unidos.

Sin embargo, es probable que el gobierno ruso esté igualmente consternado por el estilo y la oportunidad del despido, ya que tanto en Washington como en Moscú podría pensarse que fue una decisión torpe que indica que entró en pánico y que solo servirá para llamar más la atención hacia la investigación sobre los lazos de Trump con Rusia.

Pero hay que recordar que los motivos subyacentes no hacen la diferencia en el resultado final, que es debilitar aún más al aparato de seguridad nacional estadounidense, ya mermado por la relación disfuncional con el comandante en jefe.

nullLa desconfianza y el desdén que Trump siente por sus propios servicios de inteligencia benefician a todos los adversarios de Estados Unidos, no solo a Rusia. Trump puede hacer tanto daño a la seguridad de Estados Unidos y de sus aliados a través de los actos mal encaminados y precipitados como a través de actos conscientes en beneficio de Rusia. Al final, Rusia seguirá estando satisfecha con el resultado.

La interferencia en las elecciones presidenciales de Estados Unidos y Francia, así como el lenguaje y la retórica de los líderes rusos, dirigidos tanto al exterior como al público local, muestran sencillamente que ahora Rusia no está preocupada por su imagen y su reputación y está cada vez más preparada para actuar como Estado indomable.

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Algunas personas argumentan que las actividades recientes de Rusia tienen el único propósito de proteger su propia seguridad ante amenazas de Occidente. Ciertamente hay que tener en cuenta este factor al tratar de entender los actos de Rusia.

Pero una vez más, el motivo subyacente es menos importante para Rusia que el resultado final. Cualquier cosa que Trump haga para debilitar a Estados Unidos como principal competidor mundial de Rusia será bien recibida en Moscú.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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